La carretera, Cormac McCarthy

Publicado el 20 octubre 2009 por Unlibroabierto

Hay libros, que ya desde su portada desprenden cierta magia y encanto. Éste es sin duda uno de ellos, y eso que la portada española no tiene nada que ver con la estupenda portada original de la novela. Pero ese negro granulado, ese “Cormac McCarthy” y sobre todo las sanguinolentas letras de “La carretera”, te inducen a pensar que dentro, entre sus líneas y escondido en las palabras, se encuentra una gran historia.

Y no es una gran historia porque sucedan grandes cosas; ciertamente ocurren muy pocas. La carretera, es más una novela de reflexión que de acción. Quién busque aquí una aventura a través de una carretera atestada de bandas antropófagas, con disparos y persecuciones acabará la novela y se sentirá muy pero que muy decepcionado. Es cierto que el mundo que aquí nos presenta Cormac McCarthy nos remite directamente a ciertas películas tipo Mad Max o 28 días después, pero aquí, los parajes desérticos, la naturaleza muerta y toda esa sensación de estar viviendo en un mundo apocalíptico, abocado al final de sus días es solo el contexto, el marco a través del cual se nos permite profundizar en la relación entre un padre y un hijo, y entre un hombre y él mismo. Con una serie de brillantes divagaciones sobre la soledad, el silencio, la desesperanza o la ex-sistencia.

Uno de los grandes aciertos de de la novela es, a parte de su extravagante pero muy sugestiva propuesta, la forma que tiene Cormac McCarthy de contarnos lo que sucede utilizando pequeños párrafos a modo de aforemas, diálogos cortos, muy del estilo de Saramago, pero a la vez directos en los que se muestra perfectamente el contraste entre el padre y el hijo. Toda esta estructura hace que avances página tras página casi sin enterarte. Porque ese es el principal aspecto negativo de la novela: se lee en dos días, uno se queda con ganas de saber más; más del antes y más del después. Aunque a veces está bien encontrar una historia que tras ser leída puedas concluir que no le sobra ni una sola de todas sus palabras.