Y cada página un nuevo mazazo, un nuevo desencanto. Un relato plagado de silencios que hablan más que las palabras. Cormarc Mccarthy nos conduce por esta carretera a ciegas, sin darnos apenas datos de lo que pasa, de lo que nos espera. Una pista aquí o allá, que con magistral pericia dosifica el autor y que como una droga nos obliga a querer saber más, a necesitar leer más... aún a sabiendas de que lo que nos espera no es bueno.
Y cuando ya estamos a punto de sucumbir estremecidos, una pequeña luz. Una fuente de calor para nuestro corazón que se ha quedado helado. Nuestra alma desagarrada por el sufrimiento se aferra a esta tenue esperanza.
Un libro que no se olvida.