La casa de Joaquín Sorolla

Publicado el 09 febrero 2011 por Laurytyta


Tras unas puertas metálicas con decoración renacentista un naranjo salpicado de color nos da la bienvenida a un palacete clásico y personal. Tanto que su propio dueño colaboró en el diseño, incluso me atrevería a decir que dio bastante la lata al arquitecto, Enrique Repullés, hasta conseguir tranquilidad andaluza en pleno Madrid.

Ese dueño no era ni más ni menos que el valenciano que pintó el Mediterráneo como nadie, el mejor embajador que ha tenido la luz de España, Joaquín Sorolla
La planta baja se conserva tal y como estuviera en vida del pintor, mientras que la segunda, donde estaban los dormitorios, son ahora salas de exposición.

Después de decidir si me gusta más el brillo del cuerpo del niño en 'El baño del caballo' o el efecto que hacen los rayos del sol sobre el agua esmeralda de los 'Los nadadores de Jávea' accedo al estudio principal. Y entonces puedo imaginar al maestro frente al caballete, arrugando el gesto para encontrar la perfección, dando largas pinceladas de luminosidad con esos óleos secos de cien años ante la mirada indiferente de su mujer y su hija ya sea desde el piso de arriba o desde su 'Paseo a orillas del mar'. Si, definitivamente me llevaría este a casa, porque además de la luz del Mediterráneo también tiene su brisa.

Cuando se trasladó a esta casa con su familia ya hacía mucho tiempo que había dejado atrás esos años de trabajo en la cerrajería de su tío, los estudios de dibujo en la escuela nocturna, los viajes a Roma y París donde quedó impresionado con los impresionistas y por supuesto aquella visita al museo del Prado en la que con dieciocho años quedó fascinado con Ribera, Velázquez y el Greco. Se atrevió a soñar que podía estar entre ellos y aunque no lo pudo ver, lo consiguió. De hecho hace dos años hubo una gran exposición donde se pudo ver prácticamente toda su obra y "Visión de España", el proyecto que le encargaron para la Hispanic Society de América y que precisamente comenzó el mismo año en que entró a vivir en esta casa , en 1911, por lo que la abandonaba muy a menudo para viajar por por el país y captar la tradición pero sobre todo los matices de la luz del sol de cada región:Andalucia, Castilla, Aragón, Galicia...

Eso sí, entre viaje y viaje hacía retratos en su jardín andaluz-madrileño. Pero en 1920 finalizada ya su obra americana mientras trabajaba en uno de ellos, sufrió una hemiplejía que dio al traste con sus futuros trabajos y su capacidad como profesor de la Academia de Bellas Artes de San Fernando. Tres años después moría en Cercedilla sin haber visto su exposición en Nueva York.

La casa sin duda es una de las joyas recónditas que visitar sobre todo por los tesoros que guarda en su interior y todo gracias a Clotilde, la esposa, musa y modelo que lo donó al estado para fundar el museo. Lástima que su desnudo, homenaje a "el trozo de carne más humano del museo" (que le escribió Sorolla refiriéndose a "La Venus del espejo" y el National Gallery) ", no se encuentra aquí, es de colección privada , no lo conocía y no lo he visto al natural pero puedo decir que si lo viera quizá se convertiría en mi favorito (fijaos en la perfección del cuerpo y el brillo de las sábanas).



Lo dicho, ventanas al Mediterráneo valenciano, jardines andaluces y sobre todo lo que se le pide a toda casa: luz, muuuucha luz. ¿Qué más se puede pedir junto a la Castellana?