Hay géneros que nos atraen más que otros. Hay ambientaciones y escenarios que no podemos dejar pasar. Y luego están lo que yo llamo las palabras clave de las sinopsis o las fajas. Palabras que las leo y ya me apetece leer ese libro y no, no incluyo en esta particular categoría mía las palabras novela del año o similares que realmente me producen el efecto contrario, pero por ejemplo leo secretos familiares y ya empieza ese runrún en mi cabeza que no para hasta que me hago con la novela y emprendo su lectura. Hoy os hablo de La casa de las magnolias.
Mi opinión
Corre el año 1992 e Isabel, que nunca conoció a su padre, se enfrenta al fallecimiento de su madre, Aurora, con la que siempre tuvo una relación muy especial y a la que estaba muy unida. Su muerte la ha golpeado fuertemente, pero no queda más remedio que empezar a poner orden en sus cosas. Lo que no espera Isabel es encontrar entre ellas una postal antigua que hará que todo lo que ha creído conocer hasta ese día, que tampoco era demasiado ya que su madre nunca quiso hablar ni de su infancia ni de su juventud, se tambalee. Otro hilo argumental nos llevará hasta el pasado, hasta la niñez de Aurora, que creció en una impresionante mansión indiana donde sus padres formaban parte del servicio y donde entabló una gran amistad con Cristina, la hija de los señores, con quien compartía edad, juegos y sueños.
Dos espacios temporales, secretos que, aunque tarde, terminan por salir a la luz, y personajes zarandeados por una vida dura son los ingredientes de una novela que atrapa al lector entre sus páginas con suma facilidad. Si a ello sumamos una prosa cuidada y un estilo fluido a pesar de sus numerosas y detalladas descripciones, no es de extrañar que prácticamente leyera las cien primeras páginas de La casa de las magnolias del tirón. Viajar entre el presente y el pasado intentando descubrir los secretos que se fraguaron ayer y que siguen presentes hoy, es para mí siempre un aliciente que en este caso solo se ve un tanto empañado por lo predecibles que resultan algunos de esos secretos, aunque siempre nos falte el saber exactamente el cómo y el por qué.
Nuria Quintana no tiene prisa por llevarnos a la resolución y para ello hace uso de una magnífica capacidad para situar al lector en los escenarios que describe de forma que, mientras leemos, es fácil sentirse paseando por los paisajes de Cantabria o habitando una mansión como La casa de las magnolias. Nos pone fácil también la autora sentir como sienten sus protagonistas y para ello apuesta por el siempre complicado narrador protagonista e incluso arriesga más aún y no es uno solo, sino que serán tres las voces femeninas que nos conducirán por la trama. Para el presente, la voz de Isabel, y para el pasado, la voz principalmente de Aurora, pero también de forma ocasional la de Cristina. Y lo hace dotando a cada una de ellas de una voz propia perfectamente reconociblede modo que, aunque los capítulos no se encabezaran con el momento en el que se desarrollan, perfectamente sabríamos nada más comenzar quién de ellas nos está hablando. De hecho, en los capítulos referidos al pasado, en ocasiones cambia de un narrador a otro sin más indicación o pista que una separación en el párrafo.
En definitiva, La casa de las magnolias es una agradable novela de secretos familiares bien escrita, con buenos personajes y con una magnífica ambientación que, tal y como reza la nota de prensa, nos evoca a Kate Morton a la que la autora da las gracias por haber contribuido con sus novelas a que esta viera la luz. Sin duda un buen debut el de Nuria Quintana.