Título: La casa de RivertonAutora: Kate MortonEditorial: Suma de letrasAño de publicación: 2011Páginas: 515ISBN: 9788483652916Leí
El jardín olvidado
durante las vacaciones de Navidad y me entusiasmó. Por eso tenía
muchísimas ganas de leer La
casa de Riverton, la
primera novela de Kate Morton. Lo reservé en la biblioteca y tras
varias semanas esperando cuando llegó mi turno me resultó imposible
ir a recogerlo. Pero por fin pude conseguirlo gracias a mi amiga
María, del blog De todo un poco, que me lo regaló en mayo por mi
cumpleaños.
Y
precisamente por eso, porque es el regalo de una gran amiga, me
duele en el alma tener que decir que el libro, en contra de lo que me
esperaba, no me ha gustado en absoluto. Me ha defraudado, me ha
decepcionado, se me ha hecho largo, pesado, aburrido. No me ha
transmitido nada, me ha dejado indiferente. Y os puedo asegurar que
es algo que, además de darme muchísima rabia, me ha sorprendido
todavía más, ya que, como os he dicho, el estilo de la autora en El
jardín olvidado me
encantó y había leído muy buenas críticas de esta novela. Tenía
unas expectativas muy altas puestas en ella que en absoluto se han
cumplido.
La
historia comienza en el invierno de 1999, cuando Grace Bradley, una
anciana de 98 años, recibe una carta y una visita de Úrsula, una
directora de cine que está preparando una película sobre unos
hechos que la propia Grace presenció durante el verano de 1924.Esos
hechos ocurrieron en Riverton Manor, una mansión a orillas de un
lago en el que un joven y prometedor poeta, Robert S. Hunter, se
suicida delante de las hermanas Hannah y Emmeline Hartford quienes,
desde ese momento, nunca más se volverán a hablar.
A
priori, este punto de partida, el argumento de la novela, es
prometedor, crea grandes expectativas que, sin embargo, luego no
cumple. Una de las cosas que no me ha gustado de la novela es el
número de personajes, demasiados para mi gusto. La familia Hartford
es muy extensa y a todos sus miembros, pertenecientes a la alta
sociedad inglesa, hay que sumar los criados que sirven en la casa de
Riverton, entre los que se encuentra Grace.
Personalmente,
creo que al libro le sobran muchísimas páginas, ya que hay muchos
momentos en los que la trama no avanza, se estanca, tiene un ritmo
excesivamente lento. La historia se centra muchas veces
exclusivamente en los recuerdos de Grace durante los años que fue
criada en Riverton, algo que al menos a mí me ha resultado aburrido
y repetitivo. Con unas breves pinceladas, con unas pocas páginas,
hubiese sido suficiente para que el lector recree cómo era la vida
en la mansión, tanto en la parte superior, donde vivía la familia,
como en la parte inferior, donde trabajaban y compartían cotilleos y
opiniones los criados.
En
definitiva, demasiados recuerdos y poca acción para mi gusto. No
estoy en contra de las historias que combinan pasado y presente, de
hecho El jardín olvidado
también lo hace, pero en este caso los saltos entre la historia de
1924 y la de 1999 me han resultado menos sutiles, menos fluidos,
mucho más bruscos e incómodos.
Asimismo,
la historia me ha resultado poco profunda y, por el contrario, muy
superficial, lejana, como si los personajes en lugar de humanos,
cercanos, fuesen de cartón, fríos, distantes. En ningún momento de
la novela he logrado sentir nada por ninguno de ellos. No me han
transmitido nada. No he conseguido amarlos, odiarlos, sentir lástima
por ellos, alegrarme o entristecerme con sus historias.
Por
si fuera poco, me ha llamado muchísimo la atención que un personaje
como Robert S. Hunter, que aparece en la sinopsis del libro como
desencadenante de la historia, como uno de los protagonistas, luego
apenas aparece en la novela, únicamente al inicio y al final, tan
solo en unas pocas de las más de 500 páginas.
He
de decir que el final también me ha defraudado. A lo largo de todo
el libro se habla de los fantasmas del pasado, de los recuerdos de
Grace, del miedo que le provocan, de secretos, de pasiones, de
terribles desengaños. Y, sin embargo, toda esa burbuja que se va
hinchando más y más conforme avanzamos en la lectura se desinfla de
golpe al final de la novela, dejando al lector, al menos en mi caso,
decepcionado y pensando: “¿Esto era todo? ¿Y para eso me he leído
más de 500 páginas? Pues vaya, me esperaba algo más”.
Pero
no todo es negativo. También hay cosas que me han gustado de la
novela, pocas, pero algunas hay. Como, por ejemplo, la ambientación.
No quiero quitarle mérito a Kate Morton, que en esta novela logra
recrear a la perfección los escenarios, los decorados, el ambiente
de la mansión Riverton, la diferencia de clases, las desigualdades,
las injusticias, los últimos esplendores de la aristrocacia inglesa,
sus convenciones y, al mismo tiempo, sus falsedades, sus máscaras,
su hipocresía.
También
me ha gustado cómo se recrea en la novela el ambiente que se vivía
en Inglaterra antes, durante y después de la Primera Guerra Mundial.
Y me ha gustado especialmente la historia de Marcus, el nieto de
Grace, y la relación tan especial que mantienen entre los dos a
pesar del dolor, de los secretos, de la distancia y de los silencios.
Otro
personaje que también me ha gustado es Albert. Su incoformismo, sus
ganas de cambiar de vida, de luchar, de avanzar, de progresar, de
elegir su presente y, sobre todo, su futuro. Sus deseos de ser libre,
de no ser un simple criado, sus ganas de levantar la cabeza y no
tener que agacharla nunca más.
Poco
más puedo decir de esta novela. Solo que me ha dado pena que no me
haya gustado. No tanto por el libro en sí, sino especialmente por
quien me lo regaló, porque sé que lo hizo con toda la ilusión y el
cariño. María, gracias, lo siento.