La casa de Riverton, de Kate Morton

Publicado el 12 septiembre 2012 por Goizeder Lamariano Martín

Título: La casa de Riverton Autora: Kate Morton Editorial: Suma de letras Año de publicación: 2011 Páginas: 515 ISBN: 9788483652916 Leí El jardín olvidado durante las vacaciones de Navidad y me entusiasmó. Por eso tenía muchísimas ganas de leer La casa de Riverton, la primera novela de Kate Morton. Lo reservé en la biblioteca y tras varias semanas esperando cuando llegó mi turno me resultó imposible ir a recogerlo. Pero por fin pude conseguirlo gracias a mi amiga María, del blog De todo un poco, que me lo regaló en mayo por mi cumpleaños. Y precisamente por eso, porque es el regalo de una gran amiga, me duele en el alma tener que decir que el libro, en contra de lo que me esperaba, no me ha gustado en absoluto. Me ha defraudado, me ha decepcionado, se me ha hecho largo, pesado, aburrido. No me ha transmitido nada, me ha dejado indiferente. Y os puedo asegurar que es algo que, además de darme muchísima rabia, me ha sorprendido todavía más, ya que, como os he dicho, el estilo de la autora en El jardín olvidado me encantó y había leído muy buenas críticas de esta novela. Tenía unas expectativas muy altas puestas en ella que en absoluto se han cumplido. La historia comienza en el invierno de 1999, cuando Grace Bradley, una anciana de 98 años, recibe una carta y una visita de Úrsula, una directora de cine que está preparando una película sobre unos hechos que la propia Grace presenció durante el verano de 1924. Esos hechos ocurrieron en Riverton Manor, una mansión a orillas de un lago en el que un joven y prometedor poeta, Robert S. Hunter, se suicida delante de las hermanas Hannah y Emmeline Hartford quienes, desde ese momento, nunca más se volverán a hablar. A priori, este punto de partida, el argumento de la novela, es prometedor, crea grandes expectativas que, sin embargo, luego no cumple. Una de las cosas que no me ha gustado de la novela es el número de personajes, demasiados para mi gusto. La familia Hartford es muy extensa y a todos sus miembros, pertenecientes a la alta sociedad inglesa, hay que sumar los criados que sirven en la casa de Riverton, entre los que se encuentra Grace. Personalmente, creo que al libro le sobran muchísimas páginas, ya que hay muchos momentos en los que la trama no avanza, se estanca, tiene un ritmo excesivamente lento. La historia se centra muchas veces exclusivamente en los recuerdos de Grace durante los años que fue criada en Riverton, algo que al menos a mí me ha resultado aburrido y repetitivo. Con unas breves pinceladas, con unas pocas páginas, hubiese sido suficiente para que el lector recree cómo era la vida en la mansión, tanto en la parte superior, donde vivía la familia, como en la parte inferior, donde trabajaban y compartían cotilleos y opiniones los criados. En definitiva, demasiados recuerdos y poca acción para mi gusto. No estoy en contra de las historias que combinan pasado y presente, de hecho El jardín olvidado también lo hace, pero en este caso los saltos entre la historia de 1924 y la de 1999 me han resultado menos sutiles, menos fluidos, mucho más bruscos e incómodos. Asimismo, la historia me ha resultado poco profunda y, por el contrario, muy superficial, lejana, como si los personajes en lugar de humanos, cercanos, fuesen de cartón, fríos, distantes. En ningún momento de la novela he logrado sentir nada por ninguno de ellos. No me han transmitido nada. No he conseguido amarlos, odiarlos, sentir lástima por ellos, alegrarme o entristecerme con sus historias. Por si fuera poco, me ha llamado muchísimo la atención que un personaje como Robert S. Hunter, que aparece en la sinopsis del libro como desencadenante de la historia, como uno de los protagonistas, luego apenas aparece en la novela, únicamente al inicio y al final, tan solo en unas pocas de las más de 500 páginas. He de decir que el final también me ha defraudado. A lo largo de todo el libro se habla de los fantasmas del pasado, de los recuerdos de Grace, del miedo que le provocan, de secretos, de pasiones, de terribles desengaños. Y, sin embargo, toda esa burbuja que se va hinchando más y más conforme avanzamos en la lectura se desinfla de golpe al final de la novela, dejando al lector, al menos en mi caso, decepcionado y pensando: “¿Esto era todo? ¿Y para eso me he leído más de 500 páginas? Pues vaya, me esperaba algo más”. Pero no todo es negativo. También hay cosas que me han gustado de la novela, pocas, pero algunas hay. Como, por ejemplo, la ambientación. No quiero quitarle mérito a Kate Morton, que en esta novela logra recrear a la perfección los escenarios, los decorados, el ambiente de la mansión Riverton, la diferencia de clases, las desigualdades, las injusticias, los últimos esplendores de la aristrocacia inglesa, sus convenciones y, al mismo tiempo, sus falsedades, sus máscaras, su hipocresía. También me ha gustado cómo se recrea en la novela el ambiente que se vivía en Inglaterra antes, durante y después de la Primera Guerra Mundial. Y me ha gustado especialmente la historia de Marcus, el nieto de Grace, y la relación tan especial que mantienen entre los dos a pesar del dolor, de los secretos, de la distancia y de los silencios. Otro personaje que también me ha gustado es Albert. Su incoformismo, sus ganas de cambiar de vida, de luchar, de avanzar, de progresar, de elegir su presente y, sobre todo, su futuro. Sus deseos de ser libre, de no ser un simple criado, sus ganas de levantar la cabeza y no tener que agacharla nunca más. Poco más puedo decir de esta novela. Solo que me ha dado pena que no me haya gustado. No tanto por el libro en sí, sino especialmente por quien me lo regaló, porque sé que lo hizo con toda la ilusión y el cariño. María, gracias, lo siento.