Por Toby Valderrama (Especial para la Revista “Punto Final” de Chile)
Después de la caída en combate del Che Guevara, la Revolución mundial entró en estupor, la vía guerrillera sufrió un duro golpe, había terminado la ola que comenzó en el 59 con la Revolución Cubana. La esperanza cedió lugar al desánimo, un manto de escepticismo cubrió al continente. La izquierda se volvió mansa, surgieron teorías que en el fondo eran adaptación al sistema capitalista, aparentar ser, guardar el nombre, un poco de retórica, nada de vergüenza, pero sin correr riesgos. La frase del Che en la carta de despedida retumbaba: “En una Revolución se triunfa o se muere si es verdadera”. Se desenmascaraba así a muchos de los intentos de cambio que más eran de adaptación que de superación del sistema. En ese ambiente surge Allende, aparece Chile con una vía novedosa: “la democracia burguesa puede ser escenario para el triunfo de una Revolución”. Y Allende triunfó y comenzó aquella Revolución que después supimos que era verdadera. La historia la conocemos. Es momento ahora de estudiar en ese libro, aprender de Chile y seguir adelante. Se trata de aprender de la llamada vía pacífica hacia el Socialismo. Una Revolución no podrá triunfar sin entender los mecanismos de la dominación. Podríamos decir que Revolución y dominación forman un complejo en equilibrio, dentro del cual pujan los dos polos con diferentes fuerzas. La dominación se ejerce en todos los aspectos de la sociedad, desde la relación económica hasta la espiritualidad, la escuela, el arte, la religión, el ejército. Y es la espiritualidad su principal soporte. La vía para sustituir este complejo de dominación no es absoluta, no hay una vía pacífica absoluta ni una vía violenta absoluta, las dos forman parte de una misma unidad y se alternan en la lucha por la hegemonía de acuerdo a la fuerza de cada uno de los polos en el complejo de dominación. Cuando la dominación funciona, la hegemonía se consolida y se hace pacífica, cuando entra en turbulencia, cuando el complejo de dominación se desequilibra, necesariamente viene la fuerza para intentar restablecerlo. La Revolución violenta toma el gobierno y en la lucha crea condiciones para ganar hegemonía en otros aspectos de la vida social: el ejército, la escuela, la economía, el imaginario colectivo, las leyes sufren una sacudida y una sustitución de hegemonía. La Revolución Pacífica, la toma del gobierno por vía de elecciones burguesas, este aspecto de la dominación pasa al campo revolucionario: se desequilibra el complejo de dominación, el equilibrio ocurre de forma pacífica. La pugna es ahora estabilizar ese complejo en el capitalismo o llevarlo hacia el Socialismo, es decir, cómo derrotar al viejo sistema en todos los aspectos de la vida social, en la economía, en la cultura y principalmente en la conciencia. La experiencia de Chile nos mostró los principios de toda Revolución, principios que no se pueden violar so pena de fracasar: No hay vía absoluta, tarde o temprano una vía cede lugar a la otra. La vía pacífica debe prepararse para la violencia que inevitablemente vendrá, y la violenta debe prepararse para los periodos pacíficos. La dominación, la hegemonía, se ejerce en todos los aspectos de la vida social. No puede ocurrir sólo en lo político y un poco en lo económico, debe ir rápidamente, como una ola, hacia todos los aspectos de la vida social, sobre todo y fundamentalmente, hacia la conciencia. Esto es definitivo, el triunfo de una Revolución dependerá del grado de Conciencia del Deber Social, recordemos que la dominación sólo es posible si la visión del mundo, la cultura, la conciencia se instala en el alma del dominado y éste acepta el sistema de dominación como lo natural. Sólo desde una poderosa conciencia se podrá avanzar con armonía en todos los campos de la vida social. Cuando una Revolución fracasa lo hizo en alguna de estas leyes, quizá en todas. Si la Revolución hace concesiones al capitalismo, a la relación capitalista, si en algún aspecto de la vida social persiste la hegemonía capitalista, éste desde allí intentará regresar, disputará la conciencia, impulsará otras concesiones en otras áreas, creará condiciones para crecer y al final la Revolución se debilitará hasta permitir la restauración. Las enseñanzas de Chile, son invalorables para el resto de las Revoluciones, a partir de allí, leyendo ese libro, tendremos más posibilidad de vencer al capitalismo. Si no aprendemos de la extraordinaria experiencia chilena los revolucionarios estarán destinados al fracaso. A cuarenta años de la caída en combate de Allende, sirvan estas reflexiones de nuestra escuela Un Grano de Maíz como homenaje a ese Revolucionario que buscó el asalto al cielo por la vía pacífica. Honor.