La catedral de Notre Dame, un símbolo de París

Por Viajeros

Una catedral de leyenda

No es la catedral gótica más espectacular de Francia, pero sí una de las más antiguas y famosas: la catedral de Notre-Dame (Nuestra Señora) de París, construida en la Isla de la Cité, en medio del Sena, es uno de los lugares más visitados de la capital francesa.

La catedral de Notre-Dame se empezó a construir en 1163 y quedó finalizada en 1345. Al ser una de las primeras catedrales góticas que se construyeron en Francia, aún puede apreciarse en sus formas una cierta austeridad heredada del románico, pero ya apunta lo que será el elemento distintivo de la arquitectura gótica: la iglesia dejaba de ser un lugar de recogimiento para convertirse en un punto de ascenso espiritual; sus torres se elevan hacia el cielo para buscar el contacto con lo divino, mientras que sus ventanas y el gran rosetón dejan entrar la luz de Dios.

La catedral fue financiada por la naciente burguesía parisina, que deseaba tener un símbolo del renacimiento político y financiero de París. Ya que tardó casi 200 años en terminarse, las diferencias estilísticas y reconstrucciones posteriores son inevitables, pero dan a esta catedral un aire único, especialmente por sus terroríficas gárgolas. En su momento estaba decorada con decenas de obras de arte, muchas de las cuales se encuentran dispersas hoy en día. Pero sin duda el mayor tesoro de la catedral es su gran órgano, adornado con autómatas: el puesto de organista titular sigue siendo hoy en día uno de los máximos honores a los que puede aspirar un músico parisino.

Notre-Dame ha sido hasta la actualidad una de las catedrales más importantes de París, en buena parte gracias a la obra de Víctor Hugo: Nuestra Señora de París, conocida popularmente como El jorobado de Notre Dame. Gracias a ello, pero también por méritos propios, Notre-Dame ha conseguido traspasar esa línea que convierte a un edificio en leyenda.