El baile entre el gato y la liebre ha envenado durante siglos el queso de los ratones
El abismo entre los "tontos y los listos" mueve los hilos del saber tergiversado
Las posiciones desiguales, sobre las tablas de Goffman, alimentan la duda entre las palabras del médico y el dolor de su paciente. Las diferencias entre el léxico de las batas blancas y, las manos ásperas del analfabetismo mundano, nos remiten a las fricciones chirriantes entre: el poder de los claros y las creencias de los oscuros. El acierto del mecánico en el arreglo de sus coches, le sirve al taller de Alejandro, para mantener el poder del conocimiento ante los clientes de su barrio. Es precisamente, este tándem entre: "ignorancia" y "confianza"; el que utilizó Adolf para engañar a su rebaño.
Las mayores estafas – desde Madoff hasta Ponzi – han transcurrido - gracias a la miopía de algunos - por no distinguir a tiempo los duros de las pesetas. Es el baile entre "el gato y la libre", el que ha envenenado durante siglos el queso de los ratones.
La historia de la pillería - decía el autor de Julieta – está escrita por las plumas del escriba y la confianza de la ceguera. Si observamos el lubricante que nutre los motores de la estafa; nos damos cuenta, que se reproduce el simbolismo gráfico entre el mecánico y su cliente. El "analfabetismo económico" ha servido al "argumento de autoridad", para encauzar la energía por las sendas de la trampa. Las manos ásperas de la "Universidad de la Vida" han motivado a los cuellos blancos del capital para vestir de palabrería y zalamería, los precipicios de la ruina. Decía mi tío, en la tertulia del mediodía, que al director de su banco solo le faltó pedirle de rodillas el depósito de su dinero en el saco roto de las "preferentes".
Es el tándem entre "Ignorancia" y "Confianza", el que utilizó Adolf para engañar a su rebaño
Es la ecuación perfecta: "ignorancia más confianza igual a engaño", la que indigna a miles de peces atrapados en el plomo de sus anzuelos. La ceguera – a la que tanto aludió Saramago – sirvió a los despiertos para que el invidente tropiece con las piedras del camino. Hoy la irreversibilidad de las heridas, solo invita al llanto del confiado a llorar como niños por el engaño de los otros. El contrato viciado por la firma de la confianza, desgraciadamente, no sirve con las leyes sobre el tapete, para borrar de un plumazo los párrafos que arropan la palabra: "preferente".
Desde la Crítica invitamos a la moral colectiva a que utilice la ecuación aludida para que el intérprete de su pena equilibre la balanza entre los "tontos y los listos". Incrédulo.
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