La ceguera organizacional o … cuando elegimos no ver

Por Juan Carlos Valda @grandespymes

Usted puede pensar que frente a un hecho que nos demande atención y algún tipo de respuesta, las personas reaccionamos y actuamos. Error.

El ser humano está preparado para actuar y también… para no actuar.

Note algunas ventajas de “no actuar”:

  • Evita que estemos reaccionando todo el tiempo frente a múltiples estímulos del entorno
  • Permite que sigamos con nuestro rumbo, con lo que estamos haciendo o pensando
  • Economiza energía corporal y mental, reservándola para aquello en que sí hemos de actuar
  • Nos permite hacer “foco”, dejando de lado todo lo demás

Obviamente, existen también desventajas:

  • Nos impide reaccionar en situaciones que puedan perjudicarnos
  • Puede ser inclusive riesgoso para la vida, la salud
  • Nos aisla frente a los que perciben la situación
  • Nos insensibiliza

Esta inacción puede ser el resultado de al menos dos grandes procesos:

  • No percibirlo, no ser concientes
  • Bloquear la reacción

No percibir, no “darse cuenta” es la primer gran interrupción.

El bloqueo de la reacción es alguna forma de canalización alternativa de la respuesta al estímulo, algo que puede ser más o menos conciente y que en todo caso corresponde a los diferentes mecanismos neuróticos.

Los motivos para no “darse cuenta” pueden ser muchos y se puede asociar a las fallas en los mecanismos de percepción en el ser humano, o a las fuentes de información en lo organizacional.
Estas fallas podemos decir que son de “hardware” y corregibles técnicamente:

  • lentes, audífonos, termómetros en el caso humano…
  • nuevos reportes o mediciones, aparatos detectores, en el caso organizacional…

Sin embargo, existen otros factores, subjetivos, emocionales, más bien vinculados al “software” humano.
Cómo nos afecta un estímulo, los paradigmas, las emociones subyacentes, pueden jugarnos una mala pasada y no permitirnos “darnos cuenta” de lo que sucede. Aquello de que no hay peor ciego, que el que no quiere ver…

Cada vez que María se quejaba con su jefe respecto a la lentitud de la impresora, su jefe no podía evitar enojarse, desoyéndola. En realidad, las quejas de María le sonaban a “lloriqueos de niñas”, cosa que había aprendido a no tomar en cuenta desde la época que convivía con su hermana menor…

El “darse cuenta” siempre habla de cómo nos vinculamos con el entorno, de la capacidad de interactuar y adaptarnos.

En la India en 1984, la Unión Carbide fue incapaz de percibir y actuar frente a lo que se conoció como el “desastre de Bophal”, en el que murieron más de 5.000 personas cuando su planta liberó durante horas gases tóxicos, afectando a la población circundante.

Tampoco el gobierno indio reaccionó y actuó en forma eficaz para contener el desastre. Porque eran pobres, porque era una empresa poderosa, porque es lejos y no importa… muchas pueden ser las causas de la ceguera perceptual y la falta de acción que hubo aquella vez.

Hoy (2010), British Petroleum desoyó durante un buen tiempo todas las señales que advertían que algo andaba mal en el pozo petrolero Deepwater Horizon, frente a Louisiana (USA), hasta que estalló en mil pedazos.

Si bien el presidente Obama dice que “alguien deberá pagar” por la situación, lo cierto es que 25 años después, las grandes empresas continuan siendo ciegas frente a las mismas señales.

Todos podemos tener un traspié: el gran tema es si tenemos la capacidad para darnos cuenta, aprender de ello y corregir en el futuro.

Quizás ahora, al ser “más cerca de casa”, se pueda aprender algo con lo sucedido, que es lo único que nos garantiza un buen transitar por la vida, sin bloqueos ni desviaciones en la mirada.

Buen momento para reflexionar sobre nuestros propios puntos ciegos… personales u organizacionales.

Autor  Gustavo Nisivoccia

http://blogs.montevideo.com.uy/bloghome_14543_1_1.html

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