A esa ruta del 25 de marzo de 2012 fuimos un buen puñado de blogueros con muchas cosas en común. Conectamos enseguida e hicimos buena amistad. Tanto, que decidimos constituirnos como grupo bajo el nombre de “Cazadores de Hermes” y repetir la experiencia que nos unió.
Ha pasado un año desde entonces y nos hacía ilusión celebrarlo con nuestros seguidores. Así que la mejor forma de hacerlo era con una nueva salida que mezclara elementos de nuestras rutas anteriores. El resultado fue un éxito. En pocos días se agotaron las reservas. Incluso sé que algunas personas se quedaron sin plaza y deberán esperar a una segunda edición que celebraremos el próximo mes de junio. De eso avisaremos con tiempo en la página de facebook.
Xavi (de las crónicas deThot) y servidora (ayudada por mi hijo en ocasiones) ejercimos de maestros de ceremonia y podemos asegurar lo mucho que disfrutamos con ello e incluso los días previos ultimando los detalles del circuito.
La cita era a las diez de la mañana en Colón aunque los “Cazadores” ya habíamos quedado una hora antes para tomarnos juntos un café y cambiar algunas impresiones. Hecho esto, nos dirigimos al punto de encuentro para dar la bienvenida a los participantes e iniciar la caminata. Esta vez mucho más corta que en ocasiones anteriores en que acabábamos comiendo a las cinco de la tarde, exhaustos y muertos de hambre.
Nuestra primera parada fue en la sede de la Autoridad Portuaria de Barcelona y antigua Aduana de la ciudad, ya que en lo alto de su fachada nos esperaba el omnipresente Hermes. Aquí Xavi nos contó que hay un proyecto de recuperación de este edificio para destinarlo a eventos sociales.
Seguidamente cruzamos Colón y enfilamos camino a la Rambla para detenernos ante lo que fue la antigua fundición de cañones, que se ubicaba justo en frente de lo que un día fue el huerto de los Hermanos Franciscanos, cuyo convento estaba muy cerca como veremos después.
Este edificio de estilo neoclásico, con Hermes en su fachada, fue erigido a finales del siglo XVII aunque el semidiós no estaba ahí desde el principio sino que fue añadido bastante más tarde por los hermanos Vallmitjana (en 1853).
Aquí no sólo se construyeron cañones, sino también campanas (la famosa Tomasa de la Catedral) tras prohibir Felipe V la construcción de artillería enBarcelona. Luego, ya en el siglo XIX el inmueble pasó a otro uso. La sede del Banco de Barcelona hasta 1920, año en que quebró. Luego, tras la guerra civil, pasó a manos del Ministerio de Defensapara albergar diversas dependencias militares. La última, una farmacia militar según nos informó un transeúnte que pasaba por allí y que nos aseguró recordarla aún abierta.
También Xavi nos informó que en él aún viven familias de militares y que ahora el edificio es propiedad de la Generalitat de Catalunya. Lo adquirió en el año 2003 para trasladar la sede del Institut Europeu de la Mediterrània, cosa que no se llegó a realizar.
Casi al lado de este edificio encontramos el primer callejón enrejado. Se le conoce por el nombre del cagar-hi, ya que eso es lo que hacían los barceloneses del siglo XIX justo en ese lugar.
Y ya de aquí nos fuimos al P
assatge de la Banca en cuyo interior se encuentra el Museu de Cera deBarcelona con sus casi recién cumplidos 40 años de edad. Para celebrarlo, hace unos días se me ocurrió entrevistar a Sem Pons, el jefe de comunicación del museo, que me atendió estupendamente y me contó un sinfín de historias. Algunas las conté en la ruta pero si tienen curiosidad por saberlas todas pueden leerlas aquí.Al salir del pasaje hay una pequeña plaza con un nombre inventado (Plaça Papau) que no aparece en el callejero y en la que hay unos cuantos símbolos de Hermes.
Luego nos dirigimos a la Plaça Medinacelli donde también nos esperaban un par de relieves con las cabezas aladas de Hermes sobre las puertas de dos edificios. Allí, en esa misma plaza, se encontraba el antiguo convento de los Franciscanos que acabó siendo pasto de las llamas el 25 de julio de 1835 por culpa de un grupo de barceloneses que, enfurecidos por una mala tarde en los toros, se liaron a quemar conventos.
Más Hermes encontramos en la Plaça de la Mercè. Tres en concreto aunque uno de ellos estaba muy, pero que muy escondido.
De ahí nos encaminamos hacia la calle del Timó, lugar donde se esconde la puerta que Jaume I autorizó a abrir (a través de la muralla) para que los templarios pudieran entrar y salir de la ciudad sin necesidad de tener que pasar por las puertas de la muralla.
Y en la calle del “Pou Dolç” mi hijo Marc me pidió ser él quién explicara que justo allí, en la Edad Media, el verdugo de la ciudad exponía y vendía ciertas partes del cuerpo de los ajusticiados que él mismo había ejecutado.
Justo enfrente, en el Passatge del Crèdit, aparece de nuevo un relieve de Hermes. El pasaje fue construido entre 1875 y 1879 y aquí, en 1893, nació Joan Miró. En el número 4, que actualmente es el Hotel Rialto.
Luego, al pasar por el Pasaje del Reloj (ahora sí bien escrito con “j”) nos fijamos en el gran reloj de la sede de ICV, seguramente un homenaje al antiguo reloj que marcaba las horas de las capitales mundiales más importantes y que se encontraba en este mismo lugar.
Llegados a la Plaça Reial dimos por concluida la salida, no sin antes haber visto las farolas de Gaudí y echar un vistazo al Pasaje Bacardí con sus 14 relieves de Hermes.
Pero también durante nuestro paseo vimos muchas muestrar de arte urbano. Pero eso es otra historia que me guardo para una nueva entrada.