Estamos muy acostumbrados y completamente familiarizados con la cesión de jugadores en el mundo del fútbol, por lo que la mayoría de los aficionados lo vemos como algo normal y completamente legítimo. Sin embargo, si nos detenemos a analizar con más profundidad este fenómeno nos damos cuenta de lo poco profesional que es, pese a que nuestra sociedad y nuestros medios callan complicitariamente ya que este uso que tan sólo se da en el mundo futbolístico, ¿cómo no?, beneficia a los equipos de siempre, de una forma antideportiva se mire por donde se mire.
Aunque todos los equipos participan en la cesión y en la acogida de jugadores cedidos, evidentemente siempre resultan beneficiados los mismos de forma poca ética. Las razones de la antideportividad que supone la cesión de jugadores son evidentes porque permite tener en nómina a un montón de jugadores no deseados de los que los equipos se deprenden con facilidad sin hacer traspaso y sin necesidad de negociar, provocando en muchos casos una deuda acumulada ya que tarde o temprano estos jugadores tendrán que regresar. La primera consecuencia es que las plantillas de los equipos especialmente grandes llegan a tener más de 50 jugadores en nómina, contando también los jugadores de los filiales, para afrontar una sola temporada.
Otra consecuencia de la cesión de jugadores son las clausulas llamadas “del miedo” por las que el equipo que recibe la cesión debe pagar una cantidad determinada si desea que el jugador cedido juegue contra el equipo que presta al futbolista provocando así la circunstancia más ilegítima de todas debido a que equipos menores que se refuerzan contra el resto de rivales de “su propia competición” se ven debilitados cuando les toca jugar contra ellos. Esto es del todo un atentado contra la deportividad y la ética.
Por otra parte, si permitiera jugar al cedido, dependiendo de su actuación, buena o mala, también levantaría todo tipo de suspicacias. Imagínense un futbolista cedido que se presenta solo de cara a la portería delante de su equipo, que se está jugando la liga… Ya tenemos follón, tanto si consigue el gol como si lo falla.
Es por estas circunstancias por lo que la cesión de jugadores no debería estar permitida o al menos entre equipos que participen en la misma competición, incluidas las europeas -recordemos el famoso caso de Courtoix, que estuvo a punto de perderse la semifinal contra el Chesea-.
Así pues, por la misma razón que se impide a los equipos filiales coincidir con el absoluto en la misma liga, debe impedirse por tanto que el mismo propietario tenga dos equipos en la misma competición e incluso el mismo patrocinador, que más de una vez ha levantado merecidas sospechas sobre ciertos lances de equipos involucrados. La cesión de jugadores es una muestra más liviana de estos casos que se permiten a vista de todos pero que nada ayuda a la mejora de nuestro deporte ni su economía.
Nuevamente instamos a las directivas del fútbol a que sitúen este deporte en el siglo XXI copiando a los demás y con ello se ayude a la no acaparación en el mercado de muchos jugadores por ciertos equipos.