Lo ideal aquí es compartir, y para eso está concebida la carta. Así que eso hicimos, aunque las diminutas mesas dificultan la tarea. Al ser principalmente picoteo, os indicaré los precios de cada plato para que os hagáis una idea mejor. Probamos una magnífica conserva de mejillones en escabeche casero, con pimentón y vino de jerez (€ 8). Los mejillones muy grandes, llenos de sabor y con un escabeche en su justa medida. Nos encantaron. Seguimos con una tosta de burrata (€ 11), con el pan muy crujientito y acompañada de tomate, aceitunas de Kalamata y rúcola. Plato mejorable. El sabor de la burrata se pierde con tanto aderezo. Mejor sería una buena burrata sobre la tostada, y acompañada con unas hojas de rúcola. Todo ello bien aderezado constituye de los manjares más exquisitos que hay. Probamos también las croquetas de jamón (€ 11), excesivamente caras para mi gusto y un pelín toscas. La tortilla de patata y cebolla (€ 11) se sirve entera, poco cuajada y con las patatas muy frititas. A la altura casi de las mejores tortillas de patatas de Madrid (que para mi gusto son las de Sylkar, las de Las Tortillas de Gabino, las de Txirimiri y las de La Ardosa).
Para terminar, probamos unos dados de solomillo de buey, con piperrada de cebolla y pimiento verde. Excesivamente hecha pese a haberla pedido muy roja, probablemente fue lo que menos nos convenció de la comida. Eso sí, su precio (€ 19), más que razonable. Otros platos que hemos probado en posteriores visitas han sido los dados de rape con sofrito de tomate y cebolla ( € 19), la butifarra blanca catalana con puré de hinojo (€ 12), el tartar de ternera blanca (€ 16 ) al estilo del de Santceloni aunque no nos convenció demasiado y un cremoso salmorejo de champiñones con huevos de codorniz (€ 9) , que resulta muy llamativo y diferente. La mayoría de los platos se pueden medir en medias razones (al 60 % de precio de la ración completa) y también podremos añadirles si nos apetece trufa negra con un coste adicional de € 12 los 10 gramos; una interesante opción para algunos platos.
Como no podía ser de otra forma, entre los postres destaca el plato de quesos con sus guarniciones (€ 11). Increíblemente afinados como nos tiene acostumbrados Abel en Santceloni (su “mesa” de quesos allí es probablemente la mejor del mundo), nos supieron a poco. Destaca también la mousse de chocolate con avellanas caramelizadas (€ 5,30)
La bodega es muy destacable, con precios muy razonables y una oferta muy bien seleccionada. Bastantes propuestas de vinos por copas, para completar una carta muy estudiada.
Como veis comimos bastante bien en este restaurante que permite disfrutar de una pequeña porción de la “magia” de Santceloni a una décima parte de precio. Pero empezaba diciendo que salimos un poco “apagados” de nuestra visita. Sin duda las minúsculas mesas, el mínimo espacio entre algunas de ellas, y el excesivo ruido en el local influyeron. En cuanto al precio, pese a que prometen en su web “el compromiso de todo el equipo de que la cuenta no te dejará helado, ni siquiera frío” a nosotros nos resulta algo caro, o al menos ni mucho menos tan barato como prometen. Para comer bien, hay que pedir mucho, y eso sube la cuenta. Espero no haberos confundido con tantos sentimientos encontrados y que finalmente os animéis a conocer La Cesta, dónde seguro que comeréis muy bien.