De un tiempo a esta parte, todo el mundo anda un poco alterado con La chica del tren de Paula Hawkins. De hecho, mi novio, que no lee y que no se le ha pasado por la cabeza en la vida leer un libro, me lo ha comentado: ¿Has leído La chica del tren? Dicen que es el libro del año. Él, lector virginal, obviamente cuando escucha libro del año piensa que estamos ante El Quijote del siglo XXI. En cambio, yo, que soy perra vieja y que cada año escucho algo parecido, de más de una novela, suelo pasar bastante... Son muchos años detrás de los libros...
Sin embargo, hay que reconocer que La chica del tren es una buena novela, no sé si la mejor de 2015, pero para mí ha sido una de las mejores lecturas e lo que va de año. Además, tiene bastante mérito que siendo un libro de intriga me haya llegado a gustar tanto. Con este tipo de libros, siempre tengo el handicap de que descubro quién es el asesino o el culpable casi en la mitad de la historia. O mi olfato detectivesco es muy agudo (por lo que, supongo, me he equivocado de profesión) o las tramas suelen ser increíblemente previsibles (no sé por qué, pero me decanto por esto último). En fin... Sea lo que sea, en el caso de La chica del tren no me ha ocurrido, y eso que es una novela con un número bastante reducido de personajes, por lo que los culpables suelen ser más fáciles de deducir.
Supongo que el no ser una novela predecible es la causa directa de que La chica del tren sea un libro trepidante, que te tiene constantemente en vilo. La estructura es un tanto confusa, porque se mezclan diferentes puntos de vistas; las fechas, incluso las horas, donde se desarrollan los acontecimientos/capítulos, a veces se suceden de manera desordenada por lo que suele costar poner en pie qué fue antes y qué después... Y, sin embargo, no por ello la intensidad de la escritura y la lectura se resiente. ¡Al contario! ¡Siempre quieres saber más!
Por último, otro asunto que me ha gustado es que los personajes son increíblemente redondos. Ya no solo los-buenos-no-son-tan-buenos-y-los-malos-no-son-tan-malos, sino que si los malos son malos no es por que sí, ¡es por algo! ¿Qué queréis que os diga? Estoy harta de las malas malísimas porque son malas desde siempre y por siempre.
Así que si tenéis ganas de un poco de intriga, si buscáis una historia que os enganche y que os haga darle vueltas al tarro un poquito (tampoco mucho) os animo a que le deis una oportunidad a La chica del tren... posiblemente uno de los mejores libros de 2015.