Si usted llega a este comentario y no ha leído la primera parte de la trilogía, pásese si tiene a bien por el post de Los hombres que no amaban a las mujeres y decida primero si lo va a leer. Ya de empezar, empiece por el principio.
En caso contrario, leerse esta novela puede colocarle -o mejor descolocarle- en medio de la historia de una Lisbeth Salander ya decididamente superdotada hasta en el cuerpo a cuerpo, que va camino de dejar en nada a 007 (y mira que es difícil hoy en día con lo bruto que es Daniel Craig). Y con un pobre Mikael Bloomkvist que (sería por los excesos de la primera) en esta entrega no se come un colín. Mucha mafia rusa o báltica en lugar de la más lograda e interesante familia de industriales corruptos de Millenium 1, y el consabido aroma a la defensa de los derechos de las mujeres al tratar el tema de las redes de prostitución. Y -eso me hizo sentirme muy identificado- una retahila de muebles de Ikea por aquí y por allá: que si un sofá Skangoo, una mecedora Besta, o un cojín Esfintergin (supóngase todo con este circulito tan bonito que los nórdicos ponen por acento pero que yo no encuentro en el teclado).
En suma , que esta segunda entrega de la triología Millenium, que se está forrando a vender libros, me parece considerablemente más simple y facilona que la primera. Permítaseme el símil: si la anterior era una correcta película de serie B, ésta es algo así como el episodio trailer de la serie de televisión: más disparos, más movimiento, más ruido. Muy televisivo todo.
Pues eso, que es muy gorda y el verano se acerca y hay más tiempo libre. Allá ustedes.