Ante esa situación, Keret nos ofrece flashes, relatos bastante breves, a veces muy divertidos y siempre con una carga terrible de acidez y negrura. No me ha impactado tanto como cuando leía Pizzería Kamikaze , será que ya es el tercer libro suyo que leo.
Pero mola. Y me recuerda a Quim Monzó.