Una noche, fuimos cuatro amigos, nos sentaron en una mesa de madera con unas sillas un tanto incómodas, y nos dieron la carta. Tras mirar las opciones, acabamos eligiendo un par de menús distintos, rondaban los 30€ y tenían buena pinta, además de que eso hacía que nos quitara trabajo en pensar qué íbamos a cenar.
Empezaron a llegar los platos, el primero, una ensalada de pulpo, de la cual no me gustó mucho la presentación, quizás era el aceite con pimentón que para mi gusto, sobraba. La ensalada se componía de patata cocida, fria no, helada, unos pimientos rojos, lechugas variadas y cuatro (4) trozos de pulpo. No estaba mal, para no ser cocinado al momento. Pero vaya, de casero, tenia poca pinta.
Seguimos con los segundos platos, unos chipirones a la plancha pequeñitos, con buena pinta, pero sin mucho sabor, y un acompañamiento que me sorprendió: pimientos verdes fritos. Buenísimos, por cierto, pero curioso en el plato. Tras ellos, la chuleta, ¡ay la famosa chuleta! Tenia el listón muy alto, quizás por las expectativas creadas por las críticas leídas, y por la imagen que yo misma me habia creado en mi cabecita. Llegó el plato, (PLATO, nada de piedra, brasas, o parrilla), con una chuleta, más bien fina, con hueso, hermoso tamaño, y buena presencia. Pero vaya, nada destacable. De hecho, no estaba mal de sabor, pero me esperaba algo más, algo de ese restaurante que está entre los dos mejores según críticas anónimas.
Cuando voy a comer un chuletón, o una buena chuleta, hay unas cosas que ya doy por hecho, y que en La chuleta sin espina no encontré. Lo primero, que por el precio, mucha cosa, no podía ser; segundo, la presentación era muy de batalla, como si la carne no fuera la protagonista, como si no hiciese falta saber el punto de la carne a la que la quiere el cliente, o como si no vistiese más traerla en una plancha o un plato especial que en uno llano sin más compañía que unas patatuelas y tres pimientos verdes. Una chuleta demasiado grande para lo fina que era, y a mi parecer, muy mejorable.
Os hablaría de los postres, pero apenas los pude saborear, un arroz con leche y un flan recién salidos de la cámara, que no sabían a nada, más que a frío. Una pena, decían que eran caseros.
LA CHULETA SIN ESPINA.www.lachuletasinespina.comPaseo Uribitarte, 41. Bilbao.
Se me van a tirar a cuchillo unos cuantos con este post, pero no me importa, no puedo estar más en desacuerdo con las críticas de las chuletas de este restaurante. Ni de lejos es mejor que Casa Rufo; ni pensar que supera al chuletón de Mendipe; ni color con Indusi; y seguramente hay unos cuantos mejores que La chuleta sin espina, donde más bien la carne es normalita, la presnetación justita, y el sabor, sin nada que destacar.
Comimos por menos de 30€ cada uno, con bebida, IVA, pero sin piedra para la chuleta.