Gracias a mi amiga Mónica Tourón, que urdió el encuentro, he vuelto a ver un ensayo general de «La Chunga» a escasos metros de su autor y he podido charlar otra vez con él. Le llevé la foto de hace veinticinco años. «¡Qué divertido! -me dijo-, ¡que jóvenes estábamos los dos!» Y el magnífico Javier Naval nos hizo unas maravillosas fotos cerca del busto de Tirso de Molina en una de las salas del Español. Mientras esperábamos que empezara el pase de la obra, nos sentamos en uno de los veladores del bar del teatro
El del domingo fue el segundo ensayo general que veía Vargas Llosa del montaje de «La Chunga», que cuenta con dos cómplices del autor: Joan Ollé y Aitana Sánchez-Gijón. Con ellos compartió Vargas Llosa sus dos experiencias como actor: «Las mil noches y una noche» y «La verdad de las mentiras».«Joan es muy amigo -me dijo-. Aitana, él y yo formamos una especie de ménage à trois desde que trabajamos por primera vez. Yo tenía confianza total en él. No he estado aquí durante el proceso de ensayos, pero sí hemos tenido un contacto muy estrecho, muchas conversaciones, muchas cartas. Y antes de que empezaran los ensayos también muchas conversaciones tanto con Aitana como con Joan». De Aitana se deshizo en elogios; antes de verla, tenía ciertas dudas de su idoneidad para el personaje, una marimacho (así se la llama en la obra) alejada de su imagen tradicional. «Sin embargo, hace una interpretación que es soberbia, pero soberbia. Una transformación extraordinaria. Quizás no deba decirlo yo, pero me quedé muy conmovido ayer cuando la vi, fue una de las grandes sorpresas». Ella, dijo más tarde, «convierte el personaje en una trágica».
Del espectáculo hablaré otro día; adelanto ya que me pareció magnífico, con un soberbio reparto: además de Aitana, Irene Escolar, Asier Etxeandía, Jorge Calvo, Tomás Pozzi y Rulo Pardo.