La cica, un eslabón perdido en nuestro jardín

Por Ireneu @ireneuc

Cycas revoluta, un fósil viviente

Durante el paso del tiempo, los seres vivos se han ido adaptando mal que bien a todas las circunstancias que se han ido encontrando por delante. Depredadores, condiciones climáticas o geográficas, alimentación... de esa adaptación (la mayor parte de veces a golpe de vida o muerte) en la que cada uno ha buscado la mejor forma de tirar adelante con su vida, nos ha llegado hasta la actualidad la gran biodiversidad que tenemos -aún de tendencia menguante- en el planeta. El cambio ha sido, desde siempre, el leit motif de la biosfera (ver El curioso trampantojo biológico de la pata de un caballo) pero, en algunos casos excepcionales, nos encontramos con seres por los que parece que los millones de años no hayan pasado por ellos, mostrándonos una foto viva de un tiempo anterior. Lo más interesante del asunto es que uno de estos especímenes -llamados también fósiles vivientes- es muy posible que lo haya conocido en persona y que lo tenga en su jardín o en su terraza: la Cica.

Muy habitual en jardinería

La Cica (Cycas revoluta) es una pequeña planta del estilo de la palmera que ha sido profusamente plantada en los jardines públicos y particulares de toda el área mediterránea, sobre todo por su toque exótico y su resistencia a la sequía. Y es que, esta planta proveniente del sur de Japón que puede llegar hasta los 2 metros y los 200 años de vida, aunque pueda llegar a confundirse con un palmito si no estamos muy duchos en jardinería, no tiene nada que ver con ellos ni con el resto de palmeras. De hecho, está más relacionado con los helechos y los pinos que con las palmas, y es justamente esta rara característica la que lo hace interesante, ya que en sus hojas podremos ver un auténtico eslabón perdido entre los tres tipos de árboles.

"Piña" masculina

Si nos fijamos en su porte, la cica no se diferencia mucho de una palmera pequeña, con sus hojas pinnadas que nacen en el tronco. Sin embargo, si miramos de cerca las hojas de la cica, podremos percatarnos que tienen una forma que nos recuerda a las largas agujas de los pinos, pero no solo eso, sino que las flores masculinas (hay cicas y "cicos") tienen la forma de una piña de pino abierta, blanda y de unos 50 cm que crece en el centro de la planta. El tronco, por su parte, en su estructura se asemeja bastante al de una palmera y por su aspecto externo a los helechos arborescentes, mientras que sus frutos (los cuales crecen en una especie de "col rizada" que sale en el centro de las cicas hembras) se parece a un piñón del tamaño de un higo, haciendo de esta planta un totum revolutum mezcla de palmeras, coníferas y helechos, como mínimo curiosa. No obstante, por algo se le llama "fósil viviente".

Fósil de cicadacea del Jurásico

Como antes he comentado, la cica no ha cambiado de estratagema vital en millones de años, y los parientes de las cicas actuales se han llegado a encontrar fosilizados en rocas del Paleozoico: Nada más y nada menos que hace casi 300 millones de años. Con todo, los paleontólogos consideran que la época dorada de las cicadaceas fue entre el Triásico y el Jurásico y que fueron hegemónicas en competencia con los helechos arborescentes, las palmeras y las coníferas primigenias mientras que los dinosaurios vagaban por el mundo. De hecho esta teoría se basa en la evidencia de que, en la actualidad, existen cicas en todos los continentes -tanto vivas como en el registro fósil- como demostración de su antigua distribución en el supercontinente Pangea. Toda una superviviente.

Flor femenina

Al ser tan antigua, la cica proporciona una imagen de un momento en que las plantas tenían unas características similares entre ellas, pero en las cuales se larvaban los cambios que produjeron la explosión botánica posterior. De esta forma, en la cica podemos observar el camino seguido por la evolución hasta llegar a las agujas de los pinos actuales, la de sus piñas, así como la de los troncos de las palmeras actuales y sus frutos. Todo ello sin olvidarnos que nos da un magnífico retrato de los helechos que conformarían los grandes bosques tropicales del Secundario y que consumimos hoy en día en forma de carbón para nuestras chimeneas (ver El bosque petrificado de Jaramillo).

Semillas de Cycas revoluta

Sea como sea, en la actualidad, la cica ha dejado su puesto de líder vegetal a otras especies más evolucionadas que le han ido comiendo el terreno, pero el hecho de que aún se encuentre entre nosotros y que el hombre -a pesar de la toxicidad de la planta- no haya acabado con ella, es reflejo de haber sido todo un éxito evolutivo. Es posible que de aquí a millones de años, las cicas aún ronden por el planeta, cosa que, si no cambia demasiado, no podremos decir nosotros.
No somos lo suficientemente humildes.

Bosque del Triásico con Cycas


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