¿Es la mente creación del cerebro?
Numerosos neurocientíficos así lo afirmarían, pero la mayoría de nosotros —lo sugiere Bruce Hood, de la Universidad de Bristol— tenemos la convicción de que nuestra mente constituye una entidad especial, diferenciada de nuestro cuerpo material. Por ello, si fuera posible efectuar una reproducción exacta del cuerpo de una persona, incluido su cerebro, la visceral convicción de casi todas las personas sería que la consciencia del duplicado se diferenciaría en diversos aspectos de la original. Hood, junto con colegas de Bristol y de la Universidad de Yale, decidió investigar esta cuestión en niños pequeños, para ver si ya opinaban sobre este asunto a los pocos años de vida.
Los investigadores mostraron a los jóvenes probandos de cinco o seis años un hámster. El animal presentaba ciertos rasgos distintivos, entre otros, un diente roto. Los investigadores dejaron que cada niño interactuara durante un breve espacio de tiempo con el roedor, con el fin de que se crearan en ellos algunos recuerdos. A continuación, colocaron al hámster en una caja de aspecto impresionante, un «duplicador». De ella dejaron salir un segundo animal parecido al primero, e hicieron a los niños una serie de preguntas para determinar en qué medida creían que el segundo hámster era idéntico al original.
Casi todos consideraron que los rasgos físicos, como el diente roto, eran los mismos en ambos roedores. Pero casi la mitad opinaba que los hámsteres original y duplicado no compartirían los mismos recuerdos. Tales observaciones, publicadas en la revista Cognition en diciembre de 2012, revelan que los humanos empezamos a elaborar las convicciones sobre la singularidad de la persona y de la mente a edades tempranas. Además, la discriminación entre la replicación física y la mental fue más acusada cuando se le adjudicó un nombre al primer hámster, Dax. En este caso, alrededor del 70 por ciento de los niños dudaron de que los rasgos mentales se hubieran duplicado a la par que los físicos. Hood sospecha que los niños conferían al hámster con nombre propio un carácter más humano y singular.
Fuente: Investigación y Ciencia.
C. Marco