La ciencia en tu vida

Publicado el 30 marzo 2017 por Alfredo Abad Domingo @AlphesTIC

Para iniciarnos, acotemos el ámbito de estudio: tomaremos por “vida” el entorno de relación en el que se desenvuelven las actividades personales o de interacción con otras personas con las que se mantienen vínculos, en cualquiera de sus facetas: materiales, laborales, profesionales, emocionales o, simplemente, concomitantes.
Ahora cabe distinguir dos tipos fundamentales de ciencia : por un lado las ciencias empíricas y las ciencias especulativas por otro. Puesto que el modo de enfocar el objeto de estudio de cada uno de estos tipos de ciencia es diverso, es posible alcanzar un ámbito de tratamiento muy extenso y que afecte a la mayor parte –si no a la totalidad- de una enriquecida experiencia humana.
Desde el punto de vista de las ciencias empíricas lo más significativo en nuestra vida queda empapado por la técnica, directamente fundamentada en los conocimientos científicos. Las actividades propias de la ingeniería se nutren intensamente de los hallazgos proporcionados por este tipo de ciencias. Por tanto, un amplio rango de afectación vital es el cubierto por la sociedad tecnológica, entendida en el sentido más amplio del término.
Así, tenemos ciencias como la Física, la Medicina, la Química, etc., que trascienden su objeto de estudio más íntimo y fructifican en multitud de aplicaciones que nos proveen de un cierto grado de desarrollo personal y social. Esto ha contribuido a la mejora sustancial de la calidad de vida humana y a un mejoramiento significativo de las relaciones que se pueden establecer entre las personas. Como ejemplo, se puede traer aquí el impacto que han tenido en la sociedad moderna las tecnologías de la información y la comunicación.
Por otro lado, las ciencias especulativas han provisto también de un importante nivel de desarrollo, en este caso, no necesariamente técnico. Además, estas ciencias capacitan al hombre para realizar una profunda reflexión sobre lo que es, lo que hace o puede hacer, e incluso sobre lo que puede llegar a ser, tanto por sí mismo como por su relación con otros, como es el caso de la Sociología o de las Ciencias políticas.
Aun así, podemos considerar otras ciencias que podríamos calificar como de transversales puesto que tienen una aplicación inmediata en muchos campos, tanto empíricos como especulativos, y que proveen de un armazón intelectual de calidad sobre el que construir el edificio científico, proporcionando además una cierta unidad y equilibrio entre todos los conocimientos, de modo que no aparezcan como dispersos.
Por ejemplo, podemos citar la ciencia matemática. En sí, no es una ciencia experimental, es más bien especulativa, pero su aplicación a las ciencias empíricas es de primer orden. Es más, sin la Matemática, las ciencias empíricas no podrían ser más que descriptivas, disminuyendo de este modo su valor predictivo de nuevos fenómenos, lo que es de vital importancia para la confirmación de la veracidad de toda teoría científica. Podríamos decir, de algún modo, que la Matemática forma parte del método científico.
De modo semejante, la Filosofía y sus ciencias derivadas –me viene a la mente, la Lógica- proporciona una conexión de la realidad medible con la realidad ontológica, lo que consigue una correlación entre la verdad y lo verosímil, entre lo lógico y lo ontológico.
Por tanto, atendiendo a estos dos modelos de ciencia, el hombre en su vida puede conocer cómo las cosas son (ciencia empírica) y lo que las cosas son (ciencias especulativas).
¿Podemos ahora afirmar que la ciencia está desconectada de la vida?
Alfredo Abad Domingo.
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