La ciencia es puro teatro (a veces)

Publicado el 14 marzo 2013 por Tonichaquet
El título del post no va con segundas. O sí. El caso es que han llegado hasta mí dos acontecimientos teatrales que tienen a ver con la ciencia. Y he pensado: ya tienes nueva entrada. Antes de hablar de las obras en sí, me gustaría decir que he visto pocas obras teatrales cuyo argumento esté centrado en la ciencia. Digamos que un par. Son pocas sí, pero muy satisfactorias.  Pienso que el teatro tiene un gran potencial para sensibilizar y alfabetizar científicamente. Por sí mismo, el teatro es uno de los formatos artísticos que, para mí, más fuerza tiene, que consigue llegar más al público, impresionarlo más, colpire il cuore como bien dirían los italianos. Unos actores totalmente despojados de efectos disuasorios y artificiosos como los del cine, consiguen transmitir más emoción, más veracidad. Lo cual resulta perfecto para transmitir la realidad de la ciencia y de los científicos, y aún siendo teatro, despojarlos de las falácias y mitos que los envuelven. El teatro humaniza la ciencia, dispersa la niebla que, a pesar de ser cada vez menos densa, impide que la sociedad la aprecie tal y como es.
Decía que habían llegado hasta mí varios acontecimientos teatrales relacionados con la ciencia. Uno de ellos es una adaptación de la obra Re:Design del dramaturgo estadounidense  Creig Baxter, que se representará proximamente en Valencia bajo el título de Darwin (nombre con gan gancho, desde luego). Se trata de una dramatización de la correspondencia entre dos científicos: el archiconocido Charles Darwin y Asa Gray. Este último es tratado como el botánico americano más importante del siglo XIX y fue el introductor de las teorías darwinistas en los Estados Unidos de América. Por tanto, al tratarse de la relación epistolar entre dos científicos, cabe esperar de esta obra no sólo discusiones sobre la evolución, zoología o botánica, sino también sobre el trabajo como científico en un momento de profundos cambios de paradigma. Debió ser una época fascinante comparable con lo que supuso la publicación de la Teoría de la Relatividad de Einstein al principio del siglo XX o lo que supondrá la confirmación del hallazgo del Bosón de Higgs recientemente. Teorías que hacen que veamos el mundo de otra manera y logremos entenderlo mejor. Pero no sólo por eso debe resultar interesante la obra: las cartas son algo tan personal, que supongo que en la obra se podrá captar la verdadera personalidad de estos dos científicos, y tal y como decía al principio, humanizarlos y despejar la visión elitista de la gente que se dedica a la ciencia, ver que no son personajes excéntricos aislados del mundo, sino todo lo contrario, muy preocupados por todo lo que les rodea e influenciados por su estado de ánimo, por su família, sus amigos, por su día a día. La obra se pondrá representará en el teatro Flumen de València y está promovida por la Càtedra de Divulgació de la Ciència de la Universitat de València, institución que lleva a cabo una gran y variada labor divulgativa.

Otro de los eventos teatrales que han motivado este post es la lectura dramatizada de Copenhaguen de Michael Frayn, que narra el encuentro entre los físicos Neils Bohr y Werner Heisenberg que tuvo lugar justamente en la capital danesa el año 1941. No hay documento ninguno que relate lo que en ese encuentro se habló, pero debió ser significativo porqué poco después los dos científicos que habían sido grandes amigos, dejaron de hablarse. Bohr, que era judío, huyó de Dinamarca al ser ocupada por los nazis  y fue a parar a Los Alamos, donde el ejercito americano estaba desarrollando el proyecto Manhattan del que salió la bomba atómica. Por su parte, Heinsenberg estuvo a cargo del proyecto nazi para construir también la bomba atómica.  Se representará el día 19 en el Campus de la Comunicació de la Universitat Pompeu Fabra. Yo tuve ocasión de verla cuando se representó, hace un par de años, en la sala petita del TNC. Fue un montaje acertadísimo y la obra está tan bien escrita y estructurada que me mantuvo enganchado hasta el final. La presencia de un tercer personaje, la esposa de Bohr, también es fundamental para entender los dilemas a los que se enfrenta su esposo y si revelarle sus descubrimientos a Heisenberg o no. Un thriller en toda regla que permite reflexionar sobre los problemas éticos de los descubrimientos científicos. ¿Es Bohr responsable de la fabricación de la bomba atómica? ¿Hasta dónde llega la culpa de la ciencia en los usos que se dan a sus avances? ¿Progreso significa peligro?

Hablando de lecturas dramatizadas, y para ya bajar el telón , tuve ocasión de asistir a la de la obra Oxygen, de Carl Djerassi y Roald Hoffmann, que tuvo lugar en el Museu Blau a raiz del año internacional de la química que fue el 2011. Una obra brillante, ágil, divertida. Discurre paralelamente entre el Estocolmo de 2001, cuando el comité Nobel de Química tendrá que decidir a quien otorga el "Premio Nobel Retrospectivo de Química" y de 1777, momento en que se reúnen los científicos C. Lavoisier, J. Priestley,  P.B. Sheele y sus respectivas esposas convocados por el rey de Suecia para que expongan sus hallazgos sobre este importante gas. Una competición imaginaria pero que consigue mostrar la influencia, ocultada muchas veces por los cronistas, de las mujeres en los progresos científicos. Además de mostrar una pincelada de como deben ser las reuniones que deciden a quién otorgar los famosos premios suecos. Doble interés, doble acierto. No tengo constancia de que se represente proximamente. Una lástima.

En definitiva, es facil hacer el paralelismo de la ciencia como teatro, no entendido como farsa y mentira, sino como un drama que se desarrolla con un argumento que surge de la necesidad de entender y a través de unos actores, los científicos, que en definitiva trabajan para la satisfacción de un público, la sociedad, nosotros. Y cualquier estímulo que consiga despertar interés y fascinación por la ciencia y logre mostrar una imagen acertada de ella debe ser muy aplaudido, nunca mejor dicho. ¡Más teatro científico, por favor!