Despeñaperros, uno de los parques naturales más pequeños de Andalucía, guarda en sus proximidades un paraje conocido como La Cimbarra.
Un soberbio y caudaloso salto de agua más propio de tierras del norte que de geografías sureñas.
La puerta de entrada más habitual a Andalucía es Despeñaperros. Su desfiladero, la gran cicatriz de piedra a cuyos pies discurren las aguas del río del mismo nombre, es uno de los espacios naturales protegidos más pequeños del sur.
En sus alrededores se libró en 1212 la batalla de las Navas de Tolosa, que supuso el avance imparable de la cultura cristiana frente a la hispanomusulmana.
Pero nuestra meta es Aldeaquemada.
Lo más hermoso de Aldeaquemada está a las afueras. A la entrada del municipio hay una pista sin asfaltar, recta y sombreada por grandes árboles que agrietan sus raíces a orillas del río Guarrizas.
La pista termina en un calvo montículo, rodeado de vegetación baja. La pista se acorta y se estrecha hasta descender al paraje natural de La Cimbarra, un soberbio salto de agua cuya fuerza fue utilizada en su día para mover un molino harinero.
Las paredes rocosas por donde se despeña el agua dibujan un círculo a cuyos pies se sitúa una profunda poza de agua. (El Mundo)