La cinta blanca

Publicado el 24 enero 2010 por Angel
Recordáis aquel capítulo que Homer castiga a sus hijos porque está frustrado por que quiere ser inventor y no se le ocurre nada? Marge le dice que no pague con los niños su enfado a lo que Homer responde "Son mis hijos, soy su dueño"...
Saltando todas las distancias, esa frase podría resumir mucho de lo que encontraremos en la nueva película de Michael Haneke. Una serie de trágicas circunstancias hacen que en un pequeño pueblo se desate la desconfianza, el miedo y las más bajas pasiones de las personas, es decir que por un momento parece que hayamos vuelto atrás en nuestra memoria catódica y nos encontremos buscando al asesino de Laura Palmer, pero al igual que a David Lynch lo que menos le importa al director desde mi punto de vista son los hechos que sirven de excusa argumental o desencadenante, poco le importa quién asesinó/torturó a quién como demuestran las primeras frases del narrador que afirma que lo que nos cuenta puede ser que no sucediera tal cual como si la memoria le jugara una mala pasada o simplemente no quiera recordar y es que el olvido histórico suele ser uno de los grandes males de nuestro tiempo. Al director nada de eso le importa porque su intención es mostrarnos las posibles semillas del mal, que por el contexto histórico de la cinta podemos emparentar con el nazismo, aunque si hacemos un ejercicio de perspectiva y abstracción podríamos reflejarlo en países, ciudades, sociedades, familias...
La violencia es un fenómeno preocupante que se da alrededor nuestro con frecuencia y su origen es tan disperso como inabarcable y sobre el que se puede discutir eternamente. Por un lado tendremos aquellos que defienden ideas genéticas y que piensan que las semillas radican en unos genes que muestran propensión a determinadas actitudes, mientras que otros creen que el ambiente en el que nos movemos, la educación que recibimos, no solo en la escuela sino en la familia, en el grupo de amigos, en el entorno que nos rodea es el factor desencadenante de las actitudes vitales que nos impulsarán a actuar de una manera u otra. Podríamos entrar en el debate sobre qué genera violencia y qué no la genera y nunca llegaríamos a una conclusión satisfactoria, de manera que poco importa ese tema y no lo vamos a tratar aquí.
¿Quién comete las atrocidades que suceden en el pueblo? en realidad todos o nadie, cualquiera tiene motivos, aunque el director nos va dando unas pistas, no tanto de quién es el criminal, sino de aquello que determinados personajes son capaces de hacer. La autoridad ejercida sobre los hijos fundamentada en pautas sociales arraigadas o en creencias religiosas interpretadas con ridícula rigidez, autoriza a los padres a castigar a los hijos de las formas más variadas y en muchos casos de la manera más sádica.
Haneke muestra como el estrato social es una de las formas generadoras de violencia. El administrador de la finca que apaliza brutalmente a su hijo porque éste le ha robado una flauta al hijo del barón y se siente obligado a hacerlo por la sumisión a la figura de poder. El padre que abofetea a su hijo y después desprecia porque ha destruido el huerto del barón, porque culpa a éste de la muerte de su madre, mientras siente que su padre por temor al poder no hace nada...es decir que nos encontramos ante actitudes ante el poder más arraigado, que pueden ir de la rebeldía a la sumisión (ver el niño que le da a su padre el pajaro) o en muchos casos a la réplica de estos ejercicios sobre seres inferiores.
Rodada en un magnífico blanco y negro, con un sentido brillante del ritmo y sin ser una película del género, nos encontramos ante una soberbia película terrorífica (una visión menos amable que "El pueblo de los malditos"), de un director que nos ofrece otra espeluznante reflexión acerca de la violencia y la naturaleza humana, trufada de momentos que resultan dolorosamente reales y crueles a partir de una serie de escenas que por separado ya resultan terroríficas y que unidas vuelven a formar un tríptico propio de su director y un reflejo de muchas sociedades que aunque no queramos creerlo, existen muy cerca nuestro.
Calificación final:9