La ciudad. Luis Zueco

Publicado el 20 diciembre 2016 por Carmina
Hay autores que te causan muy buena impresión con su primera novela y ya te ganan para siempre, ese es el caso de Luis Zueco, lo conocí con El escalón 33, y me gustó tanto que cuando publicó El castillo me lancé de cabeza a leerlo, sin plantearme siquiera el elevado numero de páginas de las que hacía gala. A pesar de ser un libro voluminoso, voló entre mis manos, el autor sabe bien como atrapar al lector en su historia e incitarle a leer una página tras otra.
Cuando vi la portada de La ciudad supe que no podría resistirme a sus encantos, y más cuando descubrí en que enclave y época estaba ambientada. Hay dos épocas históricas que hacen mis delicias lectoras, la Edad Media, por ese oscurantismo que la caracteriza, y la II Guerra Mundial, porque hechos tan graves como acaecieron han de conocerse para evitar repetirlos.
Los que me seguís por twitter habréis podido seguir mi lectura, las emociones que me causaba la novela, sus personajes, la ciudad en sí y la prosa del autor, poco descubriréis en esta reseña, o sí, solo espero que, si dudáis todavía daros las herramientas precisas para que os decidáis.
El autor:
Luís Zueco nació en Borja, Zaragoza, en 1979, es novelista, historiador, investigador y fotógrafo. Director del Castillo de Grisel, fortaleza medieval convertida en hotel con encanto, es, además, ingeniero industrial, licenciado en Historia y máster en Investigación Artística e Histórica, miembro de la Asociación Española de Amigos de los Castillos, vicepresidente de la Asociación Amigos de los Castillos de Aragón y colaborador, como experto en  patrimonio y cultura, en diversos medios de comunicación.
Es autor de la guía Castillos de Aragón: 133 rutas y de las novelas El escalón 33 (Mención de Honor en el Premio Internacional de Novela Histórica Ciudad de Zaragoza 2012, Premio al mejor Thriller Histórico 2012) Tierra sin rey y El Castillo (Ediciones B, 2015; Mejor Novela Histórica por la web Novelas Históricas).
Tras el éxito de El Castillo, Luis Zueco continúa con la construcción de su épica trilogía medieval con La ciudad, un thriller histórico que nos sumerge en la vida cotidiana de la Edad Media a través de una trama llena de suspense.
Sinopsis:
Año 1284.
Cae la noche en la ciudad medieval más bella del mundo. Poderosas montañas y murallas inexpugnables la protegen de los reinos que la rodean.
Entra y camina por sus estrechas calles, por sus empinadas cuestas y sus asombrosos rincones.
Siente el frío. Escucha los rumores acerca de las inexplicables muertes que se están sucediendo. De los secretos que esconden los gremios. De la peligrosa mujer encerrada en las mazmorras.
Una noche más, nadie podrá escapar de la ciudad.
Mis impresiones:
En pocos comienzos me he recreado tanto, y también pocos han dejado entrever el peso que tendría en la novela el lugar en el que se ambienta
"Se encontraba protegida por altas y agrestes montañas, en lo más profundo de un valle horadado por el curso de un río que se alimentaba de las abundantes nieves del invierno. Tan sólo se podía acceder hasta ella por un estrecho desfiladero que conducía hasta sus murallas, impregnadas del color rojizo proveniente de la peculiar piedra que se extraía de su sierra, rodeada de altos cerros coronados por castillos y torres que, desafiantes, la defendían contra los numerosos enemigos que ansiaban poseerla."

Ese simple párrafo me transportó, me hizo querer visitar Albarracín con más ansías de las que ya tenía, porque es un destino, que quizás por la cercanía, siempre se descuelga cuando pillamos vacaciones, cosa harto difícil últimamente porque rara vez coincidimos todos.
Si algo caracteriza las obras de Luís Zueco es lo profusamente documentadas que se encuentran, sin embargo, no nos encontramos ante novelas densas en que esta información se nos meta con calzador y ralentice la trama, todo lo contrario, va fluyendo de la mano de los personajes, que a su vez están dibujados con mimo, al detalle, tanto física como psicológicamente, dotados de matices y conforme a los usos de la época en la que les toca vivir.
Si tuviera que destacar uno sólo, sin duda, sería Alodia, una niña valenciana hija de buena familia a quién el destino le tiene reservada la más cruel de las sorpresas. A través de Alodia, Luis Zueco , dibuja el papel de la mujer en la Edad Media. Nos encontramos ante una chica que podría considerarse afortunada, de buena familia, con un padre que le permite lo que pocos, aprender a leer y tener acceso al saber,  poder desarrollar sus habilidades. Alodia lo tenía todo para ser feliz, pero es un producto de su época, en la que una mujer solo tiene que conocer el protocolo del hogar, hacer feliz a  su marido y estar a la sombra de él. La belleza en la mujer, o bien el valor estratégico u económico de las posesiones de su familia es un aval para un buen matrimonio.
Ser mujer y leer La ciudad es sentirte indignada en un sinfín de ocasiones, el conocer la historia no nos  exime de reaccionar, de hecho más de una lectora lo ha plasmado en las redes, sin embargo es muy importante que se refleje esta realidad, sobre todo para las más jóvenes, para esas que no han luchado en su vida por nada y que muchas veces se dejan avasallar por sus compañeros, novios o incluso maridos porque no valoran lo que tienen. Quizás porque conocer la historia es la única manera de avanzar, de no repetir errores.
Y es que a pesar de tenerlo todo, o creer tenerlo todo, Alodia no come perdices en esta historia, todo se tuerce porque la posición de sus padres es delicada económicamente y precisamente la belleza no es una de las cualidades que la adornan. Obligada a abandonar el confort del hogar  se  ve retada a sobrevivir, a sacar fuerzas de donde no hay, a utilizar los dones y las habilidades ejercitadas. Alodia es un personaje fuerte, sobre el que se construye buena parte de la trama, del que se sirve el autor para despistar al lector, a mi es el personaje que más me ha llegado, quizás porque no es habitual en una mujer esa fortaleza, al menos en una época de hombres, hecha para hombres y por los hombres, en la que una mujer es un mero adorno, alguien a no tener en cuenta, cuyas opiniones no importan, que no pueden gobernar aunque amen más su tierra que los maridos que se agencian, que no pueden luchar aunque  manejen la espada mejor que cualquier campesino. Muestras de mujeres capaces encontraremos algunas en este libro, pero sólo Alodia es tratada con reverencia, y eso el lector lo percibe, tozuda, luchadora, tenaz, imprevisible, una mujer a la que le entusiasman los libros, y es capaz de recitar párrafos enteros, quizás por ello llegó a mi corazón y se quedó en él.
Pero si sobre Alodia o alrededor de ella construye la trama de suspense y misterio de este libro, la verdadera protagonista es Albarracín, la ciudad amurallada, su historia, sus gentes. Luís Zueco nos invita a pasear, por lo que fue esa ciudad en el siglo XIII, inexpugnable, deseada por su valor estratégico por todos los reinos. Nos adentra en sus mercados, en los secretos que esconden los mercaderes. Nos revela los gremios, su fortaleza, los secretos que custodian incluso con su propia vida y la luchas que existen entre ellos, la posición de los  maestros y de los aprendices, y para ello se vale de unos terribles asesinatos que los asolan.
Entre las murallas de Albarracín convivían varias religiones, y por tanto varias formas de concebir la vida, varias tradiciones, y en cierta medida Luís les da visibilidad a todas, a través de nuevo de sus personajes, la musulmana y múdejar a través de Ayub, la judía por Abraham, y la cristiana, a través de personajes imperdibles como Martín, odiosos como el Padre Melendo, o respetables como el Dominico, fray Esteban, todos ellos deambulan, respiran y van evolucionando ante nuestros ojos, unas veces más presentes, otras los echaremos de menos, el autor dará golpes de timón que nos irán descubriendo la verdadera naturaleza de cada uno de ellos, porque  nadie es quien parece ser, todos ocultan un lado oscuro.
Conocer la Edad Media, es adentrarse en la época de mayores desigualdades en el plano económico y social, la gente nacía en compartimentos estancos, donde se permanecía toda la vida, y rara vez se salía de ellos. Sin embargo, la astucia y la maldad de Atilano de Heredia le permite escalar aún siendo un bastardo, veremos evolucionar el personaje ante nuestros ojos y nos sorprenderá en más de una ocasión, como lectora pasé de la admiración al desdén, y me horroricé ante la bajeza que es capaz de exhibir el ser humano.
Y hablando de estamentos, Luís Zueco da voz también a los más pobres, a los que están en el último escalafón, ahí precisamente se encuentra Alodia, pero también Lízer, o Blasco el hijo del herrero que sueña con ser caballero y su hermano Alfonso que de vez en cuando le da un baño de realidad. También los mercaderes, los que abastecen la ciudad, y entre ellos destaca Guillermo Trasobares, un pillo, un personaje que esconde mucho tras él, pero que parece ser que no todo el mundo desconoce sus argucias y pequeños trapicheos.
Y si había un estamento fuerte, ese era la Iglesia, y la Edad Media es una época muy oscura en la que la magia y el miedo a Dios se dan la mano, el autor retrata bien las dos partes de la Iglesia, la centrada en los bienes materiales y aquella que se preocupa más por los espirituales, de ahí que el padre Melendo se me antojara odioso y fuera capaz de empatizar con Martín y con su forma de vivir y de ver la religión.
Y si la Iglesia es importante, aquello con lo que pretenden infundir temor, el Maligno y la magia también tiene su puesto de honor, aunque se muestre en todo momento agazapado, fuera de la vista del lector, aunque se nota sobrevolar toda la narración, poco a poco irá ganando fuerza y cogiendo protagonismo.
Albarracín se nos muestra en todo su esplendor y señorío, una ciudad que vive, respira, y que se ve azotada por unos extraños crímenes que van asolando a los gremios de la ciudad, el miedo al Maligno se adentra en su estructura, se puede palpar, necesitan un cabeza de turco, pero no por ello cesan los asesinatos, la decadencia de la ciudad se va mascando y se completa con el asedio al que la somete el rey Pedro III, el Grande.
Y eso me da pie para introducir a los personajes reales de esta historia, puesto que no todos son ficticios, y por estas páginas desfilan Pedro III el Grande, hijo de Jaime I el Conquistador que es mencionado en más de una ocasión por los nobles y no siempre en sentido halagüeño. Hablando de magia y siendo los protagonistas los talismanes y los libros no podía faltar Alfonso X el Sabio, y por ultimo aunque no menos importantes los Señores de Albarracín, Juan Nuñez de Lara y  Teresa de Azagra. Todos ellos están presentes, aunque no son los que llevan el peso de la historia.
Al principio del libro, autor y editorial nos regalan un mapa de aquella época, nos sitúan los distintos reinos existentes y la posición independiente de Albarracín entre ellos, al tiempo que cuadros genealógicos para que situemos a los personajes reales, y por si eso fuera poco considera el autor imprescindible un glosario con los personajes históricos y los ficticios y para meternos en situación una anciana, nos cuenta la historia de la ciudad, una voz a la que después de leer la novela le he puesto nombre e imagen, pero me la reservo, a ver si llegáis a la misma conclusión que yo.
Narrada en tercera persona por un narrador omnisciente, La ciudad hace gala de una prosa cuidada, sencilla, en ocasiones cercana a lo poético sin florituras, en otras desgarradora por los sucesos que narra, Luis Zueco sabe moverse en todos los registros. Dosifica la tensión con maestría y da golpes de efecto que noquea al lector, al menos a mí me tuvo despistada durante toda la narración. Por todo ello considero que La ciudad es una novela que puede gustar a un amplio numero de lectores, en primer lugar por su ritmo, que unas veces es más rápido e incluso en las escenas más pausadas se masca la tensión, por otra por el suspense, hasta el último momento no sabemos quién esta detrás de los asesinatos ni que busca, aunque hay  momentos en que el porque se intuye.
Y al hilo de esto último quizás lo único negativo de esta novela, conforme iba avanzando la lectura, me dió la sensación de que Luís Zueco iba a matar hasta al apuntador, muchas muertes, algunas muy salvajes, como la época en la que  suceden, pero queda un regusto amargo, quizás con  algunas menos se hubiera minimizado y hubiera sido igual de efectista la historia. Aunque si lo que buscamos es justicia poética a mi gusto se queda corto, la traición es un Pecado Capital y se queda sin venganza
Conclusión:
Creo que he dado muchos argumentos de porqué la novela me ha gustado y de porque creo que puede gustar, si no sabéis que regalar en estas fechas, creo que es una apuesta segura, y además si aciertas con el regalo siempre tienes la opción de regalar El castillo y el autor amenaza con culminar su visión de la Edad Media con otra historia que esperemos no tarde en publicar
Os dejo un último párrafo para que disfrutéis de la prosa de Luis Zueco
"La mentira siempre hace mucho ruido, necesita elevarse sobre la realidad. La  mentira es algarabía y griterío, mientras que la verdad es una suave melodía que todos conocen, aunque muchos olvidan"