Editorial Debolsillo (Mondadori). 160 páginas. Edición de 2008, primera edición: 1970.
La ciudad es el primer libro que publicó Levrero. Apareció en Uruguay en 1970, aunque según se puede leer en el prólogo a esta edición -a cargo de Ignacio Echevarría- fue escrito en 1966, cuando el autor contaba con unos 26 años. Junto con París y El lugar, componen la llamada Trilogía involuntaria.
Para el Levrero aprendiz de escritor, el encuentro con Kafka resultó fundamental: “Fue leer América, y de inmediato El castillo, y comenzar a escribir. Leía de noche El castillo y pasaba el día siguiente escribiendo La ciudad”, cita de él Echevarría en el prólogo.
La influencia de Kafka en esta primera obra de Levrero es abrumadora. En ella un individuo que narra en primera persona, y de quien nunca se nos dice el nombre, llega a la que va a ser su casa y la encuentra vacía, húmeda… Decide ir a buscar un almacén donde conseguir kerosene y alimentos. Sale de esta casa en el primer capítulo con un sentimiento de desánimo y angustia. Y todo lo que ocurre a partir de aquí, esa búsqueda de un almacén y el cada vez más postergado regreso a la casa, constituye la novela.
El protagonista será recogido por un camionero acompañado de una mujer. El comportamiento de ambos le desconcertará…, un comportamiento muy similar al que se encuentra el agrimentor K. al llegar al pueblo e intentar alcanzar el castillo, o al de los protagonistas de América. Un comportamiento que nos despierta a la angustia o a la sonrisa frente a la sinrazón.
El camionero abandona en el camino a la mujer y al narrador, que llegarán a un lugar constituido por unas cuantas casas en torno a una gasolinera, con unos pocos comercios, y que las personas que viven o trabajan allí llaman (sin ironía, se nos informa) “La ciudad”.
Las situaciones absurdas se irán repitiendo, pero lejos de tener una lectura religiosa, como las obras de Kafka, los capítulos de La ciudad reflejan una angustia existencial ante la vida cotidiana más cercana a las obras de Camus o Sartre.
La ciudad es también el primer libro que se publicó de Levrero en España, dentro de una colección de ciencia-ficción y fantasía. Lo que realmente no parece muy adecuando, sería como incluir América de Kafka (O El desaparecido, según la última traducción que leí yo) en esta colección. Levrero se considera a sí mismo un escritor “realista”, alguien que indaga para escribir dentro de sí.
Los sueños tienen gran importancia en el avance de la novela, que a veces toca el vodevil tragicómico, con escenas que parecen sacadas de una pintura negra de Goya.
"Se me hizo claro que todo aquello era un juego, al que estaba jugando sin conocer las reglas" (página 141)
El narrador ha perdido sus gafas de miope, e intuíamos que todo ha de verlo a través de una visión desenfocada, al igual que nosotros como lectores.
En la ciudad, el narrador se va encontrando con una serie de normas extrañas impuestas por un ente llamado La Compañía. Las reflexiones sobre el absurdo o el hecho de que todo es un juego se repiten. También, como ya estoy viendo que es característico en Levrero, aparecen raras mujeres esquivas, y en su persecución el narrador empleará gran parte de sus fuerzas (como Joseph K al principio de El proceso, persiguiendo a su vecina alrededor de una mesa. Pero en Levrero esta persecución sexual será más explícita).
El protagonista podrá tomar un tren que le acerque a Montevideo. Lo que resulta extraño en una novela tan desubicada en el tiempo y el espacio como ésta.
Un primer intento literario curioso, que se lee con interés; aunque quizás sea una novela demasiado deudora de su modelo kafkiano (no eligió Levrero un mal maestro, en todo caso).