La ciudad sitiada

Publicado el 08 agosto 2012 por Carmentxu

El barómetro del CIS del mes de junio apunta a la política como uno de los problemas para los españoles. En realidad, el problema no es la política, que siempre ha estado ahí con ese halo anodino y representa, o debiera, el diálogo, la negociación frente al conflicto, un bypass para que la democracia siga latiendo. El problema es la falta de política o, lo que es lo mismo, una mala política improvisada día a día a golpe de timón en condiciones adversas, impredecibles y ajenas a la voluntad de los que dicen gobernar y cobran holgadamente por ello. El problema añadido es que a cada timonazo se aceleran los motores de este trasatlántico y, sin tierra a la vista en un infinito azul, el tiempo y espacio de frenada para recuperar la senda correcta se alargan demasiado y retrasan la maniobra de reconocer el error y tener la valentía de virar el rumbo.

También aducen los datos del CIS falta de liderazgo. Todos los políticos suspenden en valoración, lo que demuestra con números, esos que tanto gustan, la falta de confianza y el desprestigio en que está sumida la clase política sin excepción. La creación de un comedor VIP para sus señorías en el Parlamento gallego, al que tendrán prohibida la entrada funcionarios y periodistas, no animará las simpatías con vistas al próximo barómetro del CIS. No me gustan los líderes: Hitler, Mussolini, Kim Jong-Li o Stalin fueron líderes, salvapatrias, enaltecidos por las masas hasta que se perdieron en la locura y la corrupción del sistema. Definitivamente, no necesitamos líderes, sino cultura democrática, que es algo muy diferente, construída en este país tarde y a toda prisa para entrar en el club europeo de la modernidad, pero sin memoria, sin dar sepultura a nuestros muertos. La memoria se acogió a una jubilación incentivada en beneficio de la convivencia, de un proyecto común del que se han apropiado unos pocos para su beneficio.

La Educación -decía Nelson Mandela- es un arma. Bien, nos están desarmando. Nos suben el IVA de la munición (lápices, cuadernos, forros,…) y nos roban la artillería con toda la capacidad crítica que destruye las cortinas de humo y las medias verdades que estallan sobre nuestras cabezas a modo de proyectiles teledirigidos. Tampoco nos dejan recoger a nuestros heridos al tiempo que desmantelan la Sanidad. Saben que una población diezmada por la falta de formación e información, por la enfermedad y la falta de recursos es más fácil de engañar y lo compra todo, también los ungüentos y remedios de feria y las promesas milagreras.

Ese ejército de hombres y mujeres sin piedad ni corazón, ya que no los necesitan al no aportar réditos electorales, empieza a tener disidentes entre sus soldados. Los médicos se rebelan y atenderán a los inmigrantes ilegales que lo necesiten, convirtiéndose en objetores, alegales, rebeldes. Los cuidadores sociales de los geriátricos se animan a seguir haciendo su trabajo pese a no cobrar hace meses. Es la resistencia de las bases que saca los colores a los indecentes, a los del pedestal. Y cada paso atrás que decreta el Ejecutivo es un paso adelante para los hombres y mujeres honestos en esta batalla desigual.