La ciudad vertical - Javier Torras

Publicado el 31 mayo 2018 por Esperanza Redondo Morales @esperedondo

Imagen: Amazon

En el año 2569, todos los habitantes de la Ciudad Vertical tienen sangre "pura", mientras que los mestizos han sido abandonados en el subsuelo, bajo los millones de toneladas que cimentan el nuevo orden social. La historia reflexiona sobre el interés de unos por subir y la necesidad de otros por bajar, una intriga constante llena de juegos de poder, venganza y odio.

Con una trama trepidante y cargada de sorpresas, la historia conjuga elementos de la ciencia ficción con la novela de aventuras para llevarnos a un inesperado final en el que nadie es quien parece ser.



Edición: 1ª ed.
Publicación: autopublicado, 2014
Descripción física: 344 p.
ASIN: B00JPJY9HC
CDU: 821.134.2-31"20"
Signatura: N TOR ciu
Precio: 2,64 euros en Amazon
PUROS Y MESTIZOS
Como vemos, la historia comienza nada menos que en el año 2569, cuando nuestro planeta ha sufrido una serie de catástrofes que lo han llevado a una situación insólita: tras los acuerdos tomados por el Tribunal General de Nueva York, nace una nueva sociedad formada por las llamadas ciudades verticales, en las que viven los puros y que están divididas en varios niveles (a más altura más categoría social); y por otro lado la tierra firme, habitada por los mestizos, que han sido relegados allí porque al parecer no hay sitio para ellos entre los puros y quienes los dirigen, las grandes familias. En la zona "pura" de la ciudad, sus habitantes se mueven casi como fantasmas: cualquier actividad de la vida diaria está completamente automatizada, todos van de casa al trabajo sin pensar, los edificios son inteligentes y satisfacen sus necesidades prácticamente sin necesidad de órdenes...
Por otra parte están los mestizos, que ocupan el territorio correspondiente a tierra firme; todo lo contrario que los puros, que como decía se consideran mejores cuanto más altos están dentro de la ciudad vertical. También en la tierra conoceremos a los disidentes, un grupo reducido de gente que está dispuesta a derrocar a las grandes familias y arrebatarles el poder. Y el nexo de unión entre todos ellos será Antonio, el conservador jefe del museo de historia de la ciudad vertical, que en este caso es Madrid, donde se desarrolla la mayor parte de la novela. Los puros están ultimando los preparativos para la visita del primer ministro francés; y es que además de Madrid, París (y Nueva York, y alguna otra más que no recuerdo de memoria) es una de las pocas ciudades del mundo que aún quedan en pie, ya que el resto del planeta ha sido prácticamente arrasado.
Al mismo tiempo que esto sucede en la ciudad vertical, en los subniveles también hay gente haciendo sus propios preparativos. Por un lado, los mestizos están convencidos de que tienen el mismo derecho que los puros a vivir en las ciudades; y por otro los puros, después de siglos y siglos mezclándose entre ellos, son paradójicamente cada vez menos puros y están más enfermos, por lo que creen que la solución está en volver a la tierra, a suelo firme. Además tienen a su favor la baza de los clones; los puros, conscientes de la degeneración de su raza, han tomado la precaución de clonar a humanos sanos para aprovecharse de ellos; son los clones quienes suelen hacer el trabajo sucio y, lo mejor de todo, sin cuestionar las órdenes que reciben.
Hacía un montón de tiempo que no leía una novela que transcurriera en un mundo distópico; si no recuerdo mal, la última vez fue con Lágrimas en la lluvia, de Rosa Montero, y no llegué a escribir reseña. Y bueno, de esto sí que hace la tira, leí Quizá nos lleve el viento al infinito, de Gonzalo Torrente Ballester, que no es que sea una distopía pero por ejemplo sí se centra en el mundo de los clones y me pareció un novelón (del que por cierto tampoco tengo reseña...). La historia que cuenta La ciudad vertical me recordó un poco a estas dos, aunque desde luego no está ni la mitad de bien escrita que cualquiera de ellas; pero sí me hizo reflexionar mucho sobre cómo será nuestro futuro, aunque supongo que los que vivimos en el siglo XXI no lo llegaremos a ver. Siempre que veo en las noticias que hablan de desastres y catástrofes naturales, me da por pensar que la tierra se está vengando de los humanos por todo el mal que le estamos haciendo; y en esta novela hay mucho de eso.
Me ha gustado mucho cómo el autor nos introduce en dos mundos diferentes; por un lado describe cómo es la vida en la ciudad vertical, y por otro cómo viven por su parte los mestizos, a los que por supuesto los puros han conseguido desprestigiar a lo largo de siglos y siglos de historia para que los "ciudadanos verticales" los consideren poco menos que salvajes. Pero cuando los dos mundos, por circunstancias de la historia, no tienen más remedio que mezclarse, veremos que no todo es lo que parece. Ni los puros son tan puros como quieren hacer creer, ni desde luego los mestizos son unos salvajes. Y todo esto lo iremos sabiendo a través de Antonio y Sonia, la doctora que se encarga de los clones. Ambos se encontrarán con John y Monique, dos de los mestizos, que los acompañarán en su periplo por tierra firme.
Como veis, la historia resulta de lo más interesante; creo que lo que más me ha gustado, con diferencia, han sido las referencias al trabajo que desempeña Antonio como director del museo. Y las descripciones de la ciudad vertical y su funcionamiento están bastante bien, resultan incluso a veces muy agobiantes; y es que yo no me imagino viviendo en un mundo así. Quizá lo malo es que, en algunos momentos, la novela me ha resultado muy previsible y de hecho ha habido cosas que cuando han pasado ya las venía sospechando desde unas cuantas páginas atrás. Pero me ha resultado bastante entretenida de leer, y sobre todo me ha hecho pensar mucho, como decía un poco más arriba, sobre el futuro que nos espera a los humanos, que a veces no resulta nada esperanzador...