Extracto de Mi Diario de Viajes:
Después de tomar un taxi desde el aeropuerto, a unos 37 km de distancia de Panamá City, llegamos al Hotel Magnolia Inn, justo en medio de la ciudad vieja, ubicado en una sencilla y bella casa colonial.
Al ser sábado por la noche el ambiente está a flor de piel y celebramos nuestra llegada con cerveza Balboa en una de las terrazas del centro. Se oye la música por todas partes y compartimos charla con unos colombianos que viven aquí con sus familias. Nos dicen que hemos llegado al país ideal para disfrutar del sol y de sus bellas playas y conocer el ambiente de la capital... En eso estamos...
... Después de pasar la noche con música hasta las tantas y sin apenas dormir, nos centramos en visitar las bellas calles de estilo colonial con casas pintadas en alegres colores y sin gente pues aún están durmiendo después de la juerga del sábado.
Nos acercamos al Paseo de las Bóvedas, dejando atrás la Catedral Metropolitana con la Plaza de la Independencia.
Nos encaminamos a la Plaza de Francia donde se encuentra el Teatro Villaloz y un mirador que da al mar y desde donde se ve en el horizonte, el famoso skyline de la moderna ciudad de Panamá.
Llegamos al Parque Bolívar donde se encuentra la Iglesia de San Francisco. Justo enfrente en una pequeña plaza con palmeras se ubica el Hotel Columbia.
Seguimos la ruta hacia la Iglesia de San José donde en su interior guarda un fabuloso altar de oro. Cuando en el siglo XVII el pirata Henry Morgan quiso saquear la iglesia, el párroco hizo pintar el altar de negro para esconderlo y así engañar al famoso y temido pirata diciéndole que otro pirata anterior a él ya había saqueado el altar, a lo que éste contestó que el mismo cura había sido más pirata que ellos y ya no se molestó en robarle.
Aprovechamos la hora de comer para acercarnos al Mercado de Mariscos. La música y la alegría se palpa por doquier... además hay un sinfín de chiringuitos y bares donde anuncian las ofertas del día: cevichés, picadas... y casi todos los bares se encuentran hasta los topes.
Elegimos el Econofish, recomendado por Rodolfo, el panameño taxista que nos trajo a la ciudad. Nos sirven una picada de corvina, gambitas, pulpitos, patacones y patatas fritas. Acompañado de ensalada de col y zanahoria.Todo muy fresco y sabroso aunque nada barato pero ha merecido la pena.
Paseamos por la costa hasta llegar al hotel pues la calor es agobiante a esta hora y aprovechamos para para hacer la siesta. Aquí podemos disfrutar de los grandes salones y tomar café, obsequio de la casa . Hay también una cocina compartida y dos balcones para ver la gente pasar...