Año de publicación : 1962
Editora : Seix Barral
Año de esta publicación : 1964, 4ta edición
Un hecho no comprobado, a modo de leyenda urbana afloraba en la conversa cuando el tema era Vargas Llosa, y esta obra en particular: a mediados de los 60’s en el Colegio Militar Leoncio Prado en La Perla, Callao, al poco tiempo después de publicarse esta obra se produjo un singular acto: la famosa quema de libros en el patio escolar por parte de autoridades y alumnos de la época de esta obra, escrita por un ex-alumno que osó publicar denigrando –según las autoridades de aquel tiempo- la imagen de dicha institución. De ser cierto aquello, convierte a este ejemplar obtenido en el Jr. Quilca en uno de los sobrevivientes de aquel fuego purificador. Poco más de 45 años después, a inicios de este 2011, autoridades de la misma escuela y del Ejército Peruano le rindieron homenaje a ese mismo ex-alumno, juntándolo con sus compañeros de la séptima promoción, y nombrándolo como el más distinguido cadete leonciopradino; “el poeta” retornó y con honores a su alma mater.
El autor usando nuevamente el quepí de los cadetes leonciopradinos en el homenaje recibido por las autoridades de dicha institución.
Leer la primera novela de Vargas Llosa es estar ante un resumen de la idiosincrasia del Perú reunida en ese pequeño universo que es el Leoncio Prado que Vargas Llosa nos presenta. Entre los alumnos encontramos personas –así como en todo el país- de diferentes razas y realidades: el blanquiñoso y pituco Arróspide, nombrado brigadier de manera consecutiva, el más estudioso del grupo; Alberto Fernández Temple, “el poeta”, quien se crió con su madre y luego conoció a su padre tardíamente, causándole un cambio en su estilo de vida, ve el sufrimiento y desgano de su madre ante los puteríos del padre, pertenece a un nivel socio económico medio venido a menos, no se hablaba con Arróspide, se las ingeniaba para hacerse de algún dinero haciendo novelitas y escribiendo cartas que vendía a sus compañeros, el alter ego del autor; “el serrano” Cava, terco, de cabellos trinchudos, jodido, pero fiel a su grupo, el único que ansiaba con la vida militar e irónicamente acabó siendo expulsado teniendo que regresar a su pueblo en los andes; “el esclavo” Arana, callado, introvertido, tenía como único amigo al poeta, acostumbrado a ser víctima de bullying (palabrita de moda por aquí), o ijimé (palabrita muy de moda por allá, en ponjilandia); “el Jaguar”, alumno rebelde, pleitista, muy ágil y hábil para pelear a cabezazo limpio, líder de “El Círculo”, aunque vivió con su madre por un tiempo y luego con su padrino carecía de una familia, un sobreviviente; “el negro” Vallano, el encargado de poner las chapas o apodos a todos en el colegio; "el boa", apodado así por su naturaleza mayor comprobada en el puesto de Paulino, se hace de la compañía de la perra Malpapeada para que ésta le abrigue los pies por las frías noches y hasta ejercer con ella –como con algunas gallinas- actos zoofílicos. A su vez, otros personajes como aquel Paulino, “el injerto”, mezcla de muchas razas en una sola persona, encargado del puesto de golosinas pero que al mismo tiempo vendía cigarros y pisco, deleitándose con los alumnos semi -desnudos en su puesto; el teniente Gamboa, el ejemplar y estricto miembro del ejército que no encaja con el desgano de sus compañeros ante la vida militar y la poca seriedad con que sus superiores toman decisiones pensando más en su porvenir que en ejercer la ética en el Ejército Peruano: ojalá hubiesen más como este Gamboa en nuestras fuerzas armadas; Teresa, la muchacha pobre pero honesta que en diversos momentos de la historia es asediada y cortejada por tres alumnos del mismo año, terminando vinculada con uno de ellos, el que menos nos imaginamos.
Primera edición brasileña, con un título diferente: "Batismo de fogo" (Bautismo de fuego), Ed. Círculo do livro.
Edición contemporanea con nueva traducción y con título más fiel al original "A cidade e os cachorros", Ed. Alfaguara.
La novela avanza con temas como la traición, el compañerismo, el barrio, en una narración no lineal, intercalando las historias, muchas de estas en diferentes tiempos, mezclando el presente con el pasado de alguno de los personajes, sin llegar a confundir durante su lectura, pero, ante la incertidumbre al final de cada historia dan ganas de saltearse las páginas para continuar y no tener que esperar a llegar nuevamente a esa historia, sólo que ahí, la otra historia que la sucede te envuelve rápidamente dejándote al final nuevamente con la misma sensación.
Esta historia se llevó al cine a mediados de los 80’s, bajo la dirección de Francisco Lombardi, quien se llevó la Concha de Plata como mejor director en el Festival de San Sebastián. Esta película dejó una frase que se hizo clásica en el Perú, adjudicada al Teniente Gamboa (personaje del primer actor Gustavo Bueno), pero que no aparece en la novela original: “¡No me mire cadete! ¿Quiere que le regale una fotografía mía calato?”
Dicha película la encuentran entera en youtube, y, aunque respeta la historia original, la novela es mejor.
De izquierda a derecha: Gustavo Bueno (Teniente Gamboa), Francisco J. Lombardi (director), Mario Vargas Llosa.
¿Cuántos escritores inician una carrera literaria con una obra de la talla de ésta? Galardonada con el Premio Biblioteca Breve de 1962, es toda una obra maestra, resaltando que es la primera novela del joven Vargas Llosa. Relecturas como esta se hacen necesarias.