María Alejandra Díaz.
Para aquellos más jóvenes que me leen y se extrañan, porque desconocen el origen del denominado por mi colega Erick Rodríguez y mi persona “síndrome de la gata loca” les recomiendo que busquen en
Internet una serie animada (comiquita para mayor abundamiento) cuya trama consistía en que una gata estaba enamorada de un ratón llamado Ignacio. Ignacio cansado de que la gata lo persiguiera la golpeaba con un ladrillo en la cabeza y la gata por su parte, mientras más la golpeaban, más se enamoraba de éste mostrando corazoncitos imaginarios, que manifestaban su apego emocional y dependencia de quien la agredía.
Más allá de que en realidad era una serie animada de carácter sexista y bastante violenta, sirva la metáfora para ilustrar cómo desde nuestra denominada “clase media” a pesar de todo el daño que les hace una clase “rica” deshumanizada, explotadora, especuladora, ladrona y tramposa que les mete la mano en el bolsillo para robarlos, esquilmarlos y empobrecerlos, siguen defendiendo a su opresor y además odiando exacerbadamente a un gobierno que intenta defenderlos frente a tanto abuso.
Para ello me pregunto: ¿porqué una parte de la clase media venezolana no apoyó a Chávez, y ahora a Maduro? ¿porqué a pesar de la eliminación del anatocismo, los créditos indexados, rebajar los intereses para financiamiento de viviendas, controlar precios desaforados por la especulación, poner a su disposición alimentos baratos, una red de medicina preventiva y curativa, financiamiento de vehículos, planes turísticos nacionales e internacionales accesibles, y pare Ud. de contar miles de otras tantas medidas, siguen reticentes y no hemos podido penetrar la “costra ideológica” que los recubre e incluso votan contra sus propios intereses?
Recordemos el caso de los créditos indexados: millones de venezolanos de “clase media” fueron estafados, esquilmados y desahuciados por una banca privada voraz, agalluda y tramposa que mediante las cuotas balón y esa especie de trampa jurídica según la cual te prestaban 300 bs y terminabas debiendo 700 o más, perdieron vehículos y casas; sin embargo, esta misma clase media que fue defendida por una decisión histórica del Tribunal Supremo de Justicia venezolano y por el gobierno de Chávez, debido a que fue su voluntad política férrea la que provocó la ejecución la referida sentencia obligando a la banca a devolver dinero y cancelar deudas, beneficiando a millones de venezolanos que vieron por fin saldadas sus deudas eternas y pudieron tener acceso a una vivienda digna.
Recordemos además la decisión política de Chávez de establecerle límites racionales de ganancia a la banca privada obligándolos por decreto a bajar los intereses bancarios, y a establecer límites para el cobro de intereses para adquisición de viviendas por una parte y por la otra regular los intereses hacia abajo del financiamiento de tarjetas de crédito.
Políticas de adquisición de vehículos a precios razonables, leyes especiales para protegernos de los especuladores y ladrones de las aseguradoras -aunque confieso que estamos aún en pañales de conseguir justicia en este caso-, prohibición de cobros excesivos y aumentos de las matrículas escolares, y así pudiera citar miles de medidas que están dirigidas a la llamada clase media.
Lo más reciente son las medidas que está tomando el gobiernos del Vicario de Chávez, el presidente Nicolás Maduro, quien decidida e indoblegablemente le ha torcido el brazo a los especuladores que esquilmaban a quien? A una clase media con poder adquisitivo para comprar electrodomésticos, zapatos, ropas, alimentos entre otros artículos y bienes.
Esto sin ocultar que la política del Presidente Chávez, así como la de Nicolás Maduro han estado dirigidas especialmente a garantizar igualdad de condiciones y oportunidades para todos beneficiando a los excluidos de siempre y a los más desposeídos, ello en un acto de justicia social y como garantía de paz y progreso de TODA la sociedad venezolana.
Sin embargo, y ahí viene la reflexión y la metáfora de que la clase media es como la gata loca. A pesar de todo lo que he detallado y que es apenas una aguja en un pajar de medidas que los benefician; ¿qué ha hecho y qué hace la clase media venezolana?: odia al gobierno, vota en contra de él, sale a marchar para defender a su opresor, justifica el robo descarado de los comerciantes, sigue creyendo que ser rico es su ideal de vida, desprecia a los más pobres por chavistas, desdentados, inútiles, ineficientes y tierrúos, se creen superiores y así lo demuestran en sus actos, día tras día. Creen y comparan a la patria con un plato de caraotas, el papel toalet, o un pasaje en ferry, y pare usted de contar.
Creen y defienden su “status” social y su vida plástica, como cantaba Rubén; porque siguen soñando con ser ricos, obviando conciente o inconcientemente que para ser rico debes esquilmar, robar y trampear, incluso esclavizar a tus semejantes para con ello obtener las mayores ganancias. Y he allí su tragedia: siguen defendiendo a quien los roba y especula, a quien los engaña y los ha explotado, y siguen sin entender que son simples trabajadores que si no trabajan no comen, no han entendido que su fuerza de trabajo, es utilizada por los explotadores para con base a su preparación y esfuerzo –el de esta clase media, desclasada- sigue cada día más rico.
Según Lakoff, especialista en Lingüística cognitiva, que ha estudiado el porqué del apoyo de republicanos y demócratas a un tipo de discurso mediático y político, nos señala que los asuntos políticos se basan en valores básicos asentados en la mentalidad, “un sistema conceptual unificado que organiza y da coherencia a sus posiciones políticas y las vincula con valores y sentimientos morales, con una capacidad de movilizar emociones como un arma de enorme valor en el contexto de la mediatización de la política”.
Entendiendo esto, no debemos obviar el papel de los grandes medios de comunicación y sus intereses, quienes se han convertido en los grandes actores de toda esta tragicomedia que afecta a la clase media venezolana y que acentúa el síndrome de la gata loca; han sido y son los medios de comunicación y la hegemonía mediática de éstos, en manos de sectores económicos y políticos privados, los grandes artífices de esta operación de insania mental que hoy trágicamente vivimos en Venezuela.
Su estrategia tiene como objetivo: mensajes que buscan activar el modelo de vida feliz que ofrecen a la clase media desclasada. Y la estrategia es conseguir que ellos utilicen
su modelo en política activando
tu visión del mundo y tu propia moral en sus decisiones políticas. Esa es parte de la estrategia de los asesores de la oposición venezolana, basándose en manuales de Marketing Político de distintos autores, incluso muchos de ellos escritos por ellos mismos.
Han utilizado para esta gran operación psicológica tragicómica, un lenguaje que “ablande” a la gente que se cree de clase media, evocando con ello valores que están incrustados en el cerebro de éstos utilizando un lenguaje orwelliano diciendo lo contrario de lo que realmente piensan.
El uso de vocablos como futuro, progreso, libertad, propiedad privada, éxito, eficacia, seguridad, capital humano, eficiencia, riqueza, productividad, son necesarias en esta estrategia pues ellas responden y encajan en los marcos mentales de los que habla Lakoff, que describirán lo que anhelan estos grupos utilizando para ello la “disciplina del mensaje” que evidentemente han estudiado.
Lo que cabe preguntarnos es si estos sectores de la clase media venezolana y algunos sectores populares también afectados por este síndrome de la gata loca, comprarán esta “oferta engañosa” de la oposición venezolana quien no dice lo que verdaderamente piensa y sólo dirá lo que los oídos embelezados quieren escuchar y votarán por quien los expolió, estigmatizó y excluyó durante más de cuarenta años en los que duró el régimen “democrático” bajo el cual estos opositores mandaron en Venezuela.
La tragicomedia que debe vencer esta clase media desclasada, y algunos pobres que han superado su pobreza extrema gracias al gobierno, es la de superar la dependencia mental y conceptual del síndrome de la gata loca, este es su gran reto y su más difícil tarea, para poder superar así sus propias trabas mentales y entender que este proceso de cambios revolucionarios también es por y para ellos. La gran prueba la tenemos al frente este 8D: ¿será entonces que esta clase media desclasada votará en su contra reproduciendo el síndrome de la gata loca? Si esto fuera así será necesario convocar una gran operación de salud pública para estudiar este particular comportamiento.