Un día antes, la Presidenta había declarado que la confiscación impositiva de los salarios era una cuestión de Estado.
En respuesta, numerosas comisiones internas y hasta sindicatos seccionales pararon o se movilizaron a pesar de sus direcciones oficiales.
El paro y la jornada del 27 produjeron una conmoción política, porque fueron el primer paso de una ruptura, la cual nos debe llevar a la independencia política completa de la clase obrera.
Pasar de “columna vertebral” de una dirección patronal a una dirección política de todas las clases oprimidas.
Muy por encima, por supuesto, del horizonte de miras de Moyano -cuyo discurso fue: con el peronismo, todo; fuera del peronismo, nada.
¿Con Scioli, Lavagna, Duhalde, todo? Es lo mismo que decir todo con Techint, con los usureros internacionales, con el agronegocio -es decir con los explotadores de la clase obrera y los saqueadores del país.
El discurso no dio salida, ni en términos de lucha ni de programa, a la enorme inquietud planteada en la Plaza.
Pero los cuerpos de delegados e internas que se ponen en pie contra la burocracia están a la búsqueda de otra perspectiva política.
Una importante columna del Frente de Izquierda y de los obreros clasistas expresó, en la Plaza, a la vanguardia de la clase obrera que inicia una nueva etapa política.
Vayamos por la completa fusión de la clase obrera con la izquierda revolucionaria -o sea, con el socialismo.