Dentro del túnel, los niños más pequeños se sorprendieron con el eco.
- ¿Quien eres tú? - gritaban
- ¿Quien eres tú? - respondían aquellas paredes de hormigón
- ¡Dinos! ¿Quien eres tú? - volvían a gritar, y el eco respondía lo mismo
- ¡Cobarde! ¡Dinos quien eres!
- ¡Cobarde! ¡Dinos quien eres!
Uno de los más pequeños, entre sorprendido y enfadado preguntó qué era aquello. Por qué ocurría ese fenómeno. Uno de los mayores le dijo:
- Mira. ¡¡Te quiero!!
- Mira ¡¡Te quiero!! - respondieron las piedras
- Eres un campeón
- Eres un campeón
- Eres el mejor peregrino
- Eres el mejor peregrino
Era el eco, pero en realidad era la vida misma. La vida, como el eco, nos devuelve siempre todo lo que decimos o hacemos. Nuestra vida es simplemente el reflejo de nuestras acciones. Si quieres más amor en el mundo, pon tú más amor a tu alrededor. Si quieres que tu equipo sea más competente empieza siendo tú competente. Si quieres que la vida te sonría, sonríe tú a la vida.
Y es que la vida te devolverá exactamente aquello que tú le has hecho. La vida siempre devuelve lo que tú le das. Ahora que llegan días de hacer buenos propósitos ¿te has planteado qué quieres que te devuelva el eco de la vida?