Este cuadro, obra del Sr. Warhol, tiene una previsión de alcanzar cincuenta millones de euros en una próxima subasta. Al parecer, un tal Sr. Magrebi, hace ya tiempo, pujó hasta la astronómica cifra de tres millones de dólares para hacerse con la famosa imagen de Marylin coloreada repetidas veces, de la que también es autor el icono del pop; tal puja no se debía a otro motivo que el elevado número de obras del artista que poseía el marchante quien, de tal modo, consiguió revalorizar al pintor y obtener sustanciosos beneficios.
Que un trozo de lienzo tenga un precio de cincuenta millones de dólares en un mundo en el que se mueren niños de hambre me parece kafkiano. Con todo el respeto para los representantes de la cultura, sigo creyendo ciegamente que comer es primordial, tanto como disponer de agua potable que no lleve la enfermedad a pueblos enteros de Africa y Asia, especialmente. Probablemente mañana escucharemos el nombre de quien adquiera la botella de Coca Cola más cara del mundo, que a buen seguro, colaborará también en alguna obra de caridad, y oiremos a los medios decir que se trata de un hombre comprometido. Solidario es otro término bastante recurrido en estos casos. La palma se la llevó un dirigente socialista, hace ya algunos años, que decía estar comprometido con la solidaridad. Ahí es nada.