Ya en otro momento clave de la Historia, cuando el mundo antiguo rompia las cadenas del absolutismo y se modernizaba, España remó también con fuerza contra el progreso. Fue en tiempos de Napoleón, cuando en lugar de acoger las ideas liberales de la Revolución Francesa, sintetizadas en Libertad, Igualdad y Fraternidad, los españoles, empujados por una Iglesia retrógrada y obtusa, apostaron por el absolutismo, el atraso y por el ridículo grito reaccionario de "Vivan las caenas".
Los políticos ahora vencedores, miembros de un socialismo radicalizado y sin patria capaz de gobernar en alianza con nacionalismos extremos, pro terroristas, independentistas y golpistas que odian a España, se disponen a utilizar España como un laboratorio para demostrar que la socialdemocracia, aunque este agonizando en medio mundo, puede resurgir. Y lo van a hacer utilizando a los españoles como cobayas, acribillándolos a impuestos y gobernando en contra de la voluntad popular, justo en sentido contrario a lo que desean las mayorías derrotadas, que quieren menos autonomías, menos impuestos, más castigo para los corruptos, mas democracia, más unidad nacional, más centralización y una economía liberal que devuelva protagonismo al ciudadano, aplastado por el peso del Estado.
Van a cobrar impuestos por todo y nos van a crucificar. Multiplicarán los radares en las carreteras, lanzarán a los inspectores de Hacienda contra el contribuyente como jaurías hambrientas y hasta impondrán el más injusto y vil de los tributos, el de Sucesiones y Donaciones, una especia de impuesto a la muerte denostado por una ciudadanía que a los ojos de Pedro Sánchez no vale un pimiento.
Han llegado al poder la avaricia, el intervencionismo implacable del Estado y el atraso, montados sobre la grupa del PSOE, un partido que ha perdido que ya no siente vergúenza de sus errores y pecados y que ya no tiene piedad, una ideología en declive y derrotada en casi todo el mundo, pero que en España, por arte de magia, por culpa de la brutal torpeza de la derecha y porque el pueblo disfruta siendo esclavo, se ha rehecho y ha alcanzado el poder.
Miles de expertos y las grandes empresas españolas a internacionales les advierten que van a abrir la caja de los truenos y que las empresas, ante la excesiva presión fiscal y el duro intervencionismo, van a huir, provocando recesión y retroceso en la economía, pero a ellos les da igual porque España es el país de Europa donde la ciudadanía tiene menos peso y es menos respetada por una clase política arrogante que se siente casi impune ante los abusos y delitos.
Los dos grandes partidos políticos españoles (PP y PSOE) tienen cientos de casos de corrupción haciendo cola en los tribunales de Justicia y son ya las dos organizaciones más cargadas de delitos del país, junto con la banda terrorista ETA. Han acumulado "méritos" sobrados para ser precintados y declarados ilegales, pero en España el poder supremo reside en los partidos políticos y nadie se atreve a castigar sus desmanes. En el pasado han cometido terrorismo de Estado, han alimentado el separatismo, han practicado la corrupción en todas sus vertientes, estafas y hasta han saqueado parte del sistema bancario, el de las cajas de ahorro, que eran una genuina, benéfica y creativa invención española, muy útil para prestar servicios bancarios a las clases medias y trabajadoras.
Pero ese balance sobrecogedor no ha servido, como debía haber ocurrido en una democracia avanzada, para provocar una crisis en los partidos y obligarlos a regenerarse, sino para todo lo contrario. El PSOE, que es, probablemente, junto con sus colegas del PP, el gran campeón europeo del abuso y la corrupción, acaba de ganar las elecciones, votado por un inmenso rebaño de ciudadanos sometidos y sin criterio, y se dispone a gobernar.
¡Que Dios salve a España!
Francisco Rubiales