Hace un par de años, en este blog, dedicamos unas líneas a Tóxico, el primer volumen de una trilogía de cómics del gran Charles Burns en el que, mezclando detalles autobiográficos, situaciones oníricas propiciadas por el abuso de los fármacos, homenajes y guiños a Tintín y a William Burroughs, nos mostraba un mundo más parecido a las pesadillas de David Lynch que al mundo real. Ahora la deriva del protagonista, que despertaba en su cama, con un vendaje en la cabeza y sin saber muy bien qué había ocurrido, continúa en La colmena. Los dibujos y los colores, como siempre, son grandiosos. La historia es tan perturbadora como cabría imaginar en manos de un talento para lo insólito como Burns, y ya estoy deseando que se publique la tercera entrega: Cráneo de azúcar. Abajo, dos páginas de la edición en inglés. [Mondadori. Traducción de Rocío de la Maya]
Hace un par de años, en este blog, dedicamos unas líneas a Tóxico, el primer volumen de una trilogía de cómics del gran Charles Burns en el que, mezclando detalles autobiográficos, situaciones oníricas propiciadas por el abuso de los fármacos, homenajes y guiños a Tintín y a William Burroughs, nos mostraba un mundo más parecido a las pesadillas de David Lynch que al mundo real. Ahora la deriva del protagonista, que despertaba en su cama, con un vendaje en la cabeza y sin saber muy bien qué había ocurrido, continúa en La colmena. Los dibujos y los colores, como siempre, son grandiosos. La historia es tan perturbadora como cabría imaginar en manos de un talento para lo insólito como Burns, y ya estoy deseando que se publique la tercera entrega: Cráneo de azúcar. Abajo, dos páginas de la edición en inglés. [Mondadori. Traducción de Rocío de la Maya]