La colonia que no vemos

Publicado el 30 agosto 2012 por Colombatto

La colonia que no vemos:

“A nadie le gusta que le marquen los errores”, me dijeron una vez y cuán cierto es, tanto en las personas como en la ideología de empresas y gobiernos. Es más, cuántos lectores estarán más interesados en descubrir mi ideología y estado de ánimo, que en el mensaje que pretendo enviar con mis escritos, y… por casa cómo andamos?

Empecemos con el “popular” comandante Hugo Chávez y su odio al Imperio.

En sus largas oratorias es frecuente que diga: “Los venezolanos mas nunca permitiremos…”. Pues el hombre se expresa mal porque en nuestro idioma usar así la palabra “mas” es sinónimo de “pero” (vino, mas no se quedó), y la oración entonces debería ser “Los venezolanos nunca más permitiremos…”, donde al referirse a cantidad, mas debe ir acentuado.

Esto parece una tontera, pero siguiendo esta tendencia de poner primero el complemento (mas) y luego el núcleo (nunca), la misma es copia de la gramática inglesa, por ello dicen Blanca Casa (White House) en lugar de Casa Blanca.

También los venezolanos (ellos, más los colombianos, ecuatorianos y muchos otros) dicen “carros” en lugar de autos, y esto es directa traducción del inglés.

Durante el intento de asesinar al presidente Correa (Ecuador), un policía ordenaba a sus pares: “¡Maten al man!”, en lugar de “¡Maten al hombre!”.

En Chile y Ushuaia dicen “buses”, en lugar de colectivos u ómnibus, y paremos con la lista porque ahora habría que agregar la jerga en los deportes (mountainbike en lugar de bicicleta de montaña o bicitaña), la tecnología, etc.

Pero, cómo se inició esta penetración y más aún, cómo se mantiene?

La estrategia es tan vieja que la aprendemos estudiando el Imperio Egipcio, cuando los ejércitos del faraón invadían algún pueblo, asesinaban a su rey, apresaban a su hijo mayor, lo llevaban a Egipto, lo educaban en la cultura egipcia y luego, “bondadosamente” lo coronaban como nuevo rey del país conquistado. Así quedaban bien con el pueblo anexado a su imperio, aunque en los hechos el nuevo gobernante era un sirviente del Imperio. Podemos dar el gran salto de 4.000 años y encontrar idéntica metodología con las que llamamos “becas de estudio y capacitación”, cuyos beneficiarios vuelven luego transculturalizados.

Hace pocos días confesaba el político santafecino Hermes Binner que cuando fue a estudiar medicina a Buenos Aires en sus años juveniles, muchos de sus compañeros del interior pronto se hicieron más porteños que los mismos nativos de esa ciudad, prueba de que el método funciona también entre Buenos Aires y el interior del país.

En este bloque se deben incorporar a los militares que se “capacitaron” en la Escuela de las Américas y luego repitieron los métodos de tortura con nuestra gente, muy similar a lo que nos muestra la “Escuela Hollywood” con sus escenas de extrema violencia y que bien podemos considerar como capacitación a distancia y de manera masiva. Luego los políticos y periodistas se sorprenden por las estadísticas de violencia social. ¡Se asustan porque aprendieron de la tele!

Recuerdo que en la década de 1970 los argentinos nos reíamos de cómo vivían los “yankees”, porque necesitaban dos trabajos y el monto de uno de ellos se gastaba pagando impuestos (servicios públicos y créditos). También nos sorprendían lo poco que valoraban las cosas, pues las que se rompían, en lugar de repararlas las tiraban y compraban otras (sociedad de consumo). Pues hoy nosotros estamos igualitos, en una vorágine que ni siquiera razonamos a quién beneficia tanto consumo innecesario.

Claro que no toda esta política de imposición llega con los becarios repatriados. El control remoto lo aplican con los medios de difusión (la publicidad mercantilista, documentales, cine y noticieros).

Al cigarrillo lo impusieron masivamente relacionándolo con deportes (una mentira que finalmente prohibieron); al alcoholismo hoy lo venden con diversión exultante (otra mentira que nadie combate); a las cremas, perfumes y medicamentos de venta libre con el modelo de la juventud eterna y atracción sexual (tan equivocado como zapatillas en la heladera). Sí; nos pintamos las uñas y nos lavamos los dientes con los productos que ellos fabrican; bajamos y subimos la temperatura del hogar con sus máquinas, y hasta cortamos y embolsamos el trigo gracias al ingenio que importamos. Poco falta para que nos limpiemos el c… según sus ideas, o tal vez estoy desactualizado. Y si cerramos la importación, ahí se arma el lío colonial.

Hace 30 años atrás el temor era que se adueñaran de la cultura por medio de las computadoras y la entonces Red Arpac (similar a la actual Internet). Hoy nuestros hijos hacen la tarea consultando Wikipedia y en los colegios de avanzada usan software educativo extranjero.

Los documentales están atiborrados de mensajes subliminares: es frecuente que aparezca la bandera yanki en camperas o flameando en segundo plano; que todo científico sea de esa nacionalidad igual que las obras más notables (ingenieriles, medicinales, artísticas, etc.), haciéndonos desear esa vida, ese progreso, esa abundancia.

En el cine siempre ganan ellos contra el mundo (inferior), promocionan la venganza, las drogas y los millonarios que controlan la economía del orbe.

Estos datos son genéricos pero hay números que cualquiera puede contabilizar y esos sí que nos apabullan. Doy el ejemplo del sistema de videocable que yo mismo uso y doy datos generales: ofrece 75 canales de los cuales poco menos de 50 constantemente brindan películas. A un promedio mínimo de 10 películas diarias (sumando las repetidas) por canal dan 500 en el día y 15.000 en el mes, de las cuales difícilmente 2-3 sean no anglosajonas (norteamericanas o británicas). Esto significa que sobre un mínimo de 150 gobiernos productores de cine, sólo vemos la ideología de dos. Ni en las prisiones hay tanto control de la libertad.

Y los noticieros. ¡Ay los noticieros! Es cuestión de observar con ojo crítico los noticieros porteños, en especial TN y Telefé. En ellos sólo son dignos de destacar los cantantes anglosajones, sus actores y actrices, sus políticos y sitios turísticos. Allí es noticia destacada si hace calor en New York o si un incendio destruye bosques en Europa o en el Parque Yellowstone. En el momento que estoy corrigiendo esta nota los canales porteños difunden como prioridad los posibles daños que vaya a provocar la tormenta tropical Isaac en el sur norteamericano y el herido que dejó un estudiante que llevó y usó un arma de fuego en un colegio de ese país. Es de suponerse que referido al interior de nuestro país ninguna noticia transmitirán en todo el día porque a las dos noticias antes apuntadas las están intercalando con el asesinato de una familia por parte del padre ocurrido -obviamente- en el área de Buenos Aires. Ahora la noticia es el reclamo económico de la madre del difundo Michael Jackson (fundamental para los que vivimos en el Cono Sur). Esos son los intereses que maneja la prensa “nacional” argentina.

Es tanta la penetración que la educación formal termina perdiendo frente a la imposición televisiva de sitios ampliamente difundidos de esta manera. También es momento de reconocer que la educación recibida desde siempre, siempre apuntó más a Europa que al resto del planeta.

Consultemos al espejo, espejito:

¿Dónde están estos accidentes geográficos: Prineos, Alpes, Apeninos y Terranova?

¿Dónde están estos otros: Manaos, Sierra Madre, Marañón y Salto del Ángel?

El espejito nos dirá qué tendencia nos han impuesto.

Volviendo a los “contra-imperio”, ahí tenemos al canal TelesurTV, que cuando se modernizó, en la transformación se olvidaron de la Pachamama (Madre Tierra) y cubrieron los segundos planos con colores metalizados, figuras geométricas en movimiento, etc. que nada dicen de la sociedad latinoamericana y mucho del industrialismo europeo-yanki. Además, tuitos los locutores visten a la usanza europea.

Estos fervorosos de lo nuestro dictan fogosos discursos desde edificios construidos por el imperio español, se comunican con tecnología europeo-yanki, y hasta la religión que profesan es importada.

En esta auscultación de errores inconscientes, valoro cómo se visten los presidentes Correa y Evo, quienes casi siempre lucen dibujos proclives a las antiguas culturas americanas, en lugar del uniforme saco y corbata impuesto también desde lejos.

Hay demasiada gente que sin darse cuenta sigue la escuela de Susana Giménez y Palito Ortega: nacer en un entorno, criarse en otro y terminar adorando al dominador (léase Carlos Monzón y/o EE. UU.).

Los actuales líderes socialistas (Hugo Chávez, Daniel Ortega, etc.) nos dicen que estamos en tiempos de revolución, de identidad y de rechazo a las imposiciones del Imperio. En la práctica, el proceso revolucionario por ahora es una tibia expresión de deseos con muchas denuncias y bravuconadas, pues hasta sus propiciadores están infectados de colonialismo hasta los huesos.

¿Y por casa cómo andamos?

¡Ahh! Ese es el principio del cambio real, de ese cambio que no se hace por decreto gubernativo ni gracias a discursos “populistas”.

Los cambios de fondo no se logran votando algún salvador sino conjugando el verbo HACER en nuestros actos cotidianos.

Cuidado. Que le lector no me malinterprete. Para mí el verbo hacer está en la vereda de enfrente de huelgas, protestas, reclamos, denuncias, etc. Para mí hacer es construir; un estilo arquitectónico propio (Barilochense), un diseño de prendas de vestir con grecas (mapuche, maya), un automóvil que nos identifique (Torino), un cereal más nutritivo que los impuestos (dahue o quinoa), una enciclopedia propia (Patapedia.com.ar), etc., etc. Ahí está el “camino hipnótico”, según dice Bahiano (MP3). Es el camino del ser, que no es parecer y se opone a obedecer.

Luis Colombatto