William Saroyan. Acantilado. 2010.
Homer Macauley, de catorce años, comienza a trabajar como mensajero de una compañía de telégrafos y se convierte en testigo de la vida cotidiana de los habitantes de Ithaca, una pequeña población del valle de San Joaquín, en California que ve cómo muchos de sus soldados, en plena Segunda Guerra Mundial, no regresan del frente.
con la mirada limpia de un adolescente, apenas un niño, se da cuenta que cada telegrama que entrega es el nuevo anuncio de una víctima, una ventana que se cierra en el entorno familiar del desaparecido, y a la vez un paso más en su conocimiento del mundo y del comportamiento humano.
Todos los personajes son cercanos, alegres, generosos, sabios, quizá demasiado, y vitales y en conjunto dibujan un espectacular alegato contra lo absurdo de todas las guerras, con un regusto positivo y optimista del dolor y de las dificultades de la vida. En el fondo, hacer de la virtud la base de nuestra vida.