La comida en los aviones

Publicado el 25 junio 2024 por ArÍstides

No soy nuevo en esto de viajar; de hecho cada vez lo hago menos por las molestias que me genera. La comida en los aviones es para mear y no echar gota; y el café y el té para hacérselo mirar. El condumio es tan malo que es mejor llevarse unos bocadillos preparados de casa. No es que nos vayamos a morir por ingerir una comida que es bazofia. Ya tienen cuidado las aerolíneas de que no sea así para no pagar las consecuencias. Nos ofrecen unos alimentos de ínfima calidad culinaria y preparados en no se qué huso horario.

Uno, que ya es talludito, recuerda las servilletas de tela, los cubiertos, y las comidas de las conocidas como "líneas de bandera", que al fín y al cabo representaban al país. La tónica general era el zumo de naranja en Iberia y la posibilidad de elegir entre varios periódicos del día en cualquier aerolínea. Las compañías aéreas le echan la culpa a los atentados del 11 de setiembre en los EEUU. Pero lo cierto es que para entonces, si deseabas alimentación la tenías que abonar a un auxiliar de vuelo o realizar un viaje transoceánico.

El catering está de moda en la aerolíneas porque es más barato y práctico. El personal de abordo se dedica a ofrecer los productos que la revista situada en el respaldo ofrece. Se terminó el servir con cubiertos reutilizables de metal una comida sabrosa para el disfrute. La estrategia comercial pasa por atraer a los clientes al menor precio. No importa el trato que se le da, ni los servicos que se le ofrecen. La pela es la pela, y la luchan aunque en ocasiones te hagan sentir como un payaso.

Las aerolíneas no compiten por los servicios y la comodides de abordo. La estrategia comercial no pasa por el reclamo culinario. Uno oye hasta bromas cuando sirven las bandejas de catering y hasta siente verguenza ajena cuando los auxiliares de abordo la sirven; porque en definitiva no se trata de alimentarse (extraordinaria palabra) sino de ingerir al menor costo. El declive de este tipo de servicio es generalizado, pero lo más grave es cuando anuncian que los menús los han confeccionado cocineros con estrella Michelin. Entonces la carcajada es gloriosa. Y Fin, que voy a comer, pero bien.