-Para rato voy yo a Argentina, y menos ahora,que me han atrasado la edad de jubilarme.
Y era así: otra fase de recortes había llevado al traste con su plan de prejubilarse en dos años, cuando cumpliese los 60 y sus tres hijos, apoltronados perpetuamente en casa, cerrando estratégicamente las puertas de sus habitaciones cuando les apetecía follar con alguna de las chicas que subían, decidieran emanciparse y darle nietos a los que venerar. El nuevo plan, entonces, era que esa situación se eternizaría: los gritos ahogados de las novias eventuales, sus trabajos también eventuales, el despertador, y su ir arriba y abajo de los pasillos llamando a los despachos para avisar que había algún asunto que atender. El nuevo plan era alargar el viejo plan: olvidar viajes a Argentina y responder con sonrisa hipócrita cada vez que Manolo le venía con el mismo rollo.
-Ya se enterarán esos argentinos: no van a dominar el mundo riéndose de nuestros nombres: pronto encontraré algo para poder reírnos nosotros.
Los espejos de las salas de los interrogatorios. Yo miraba a través de uno cuando apareció ella con el papel.
-Señor comisario: el hombre de ahí fuera viene con este papel. C-001.
-La puta. Este no era el trato.
-¿Señor comisario?
-Déjeme que le vea desde los cristales un momento. Espere aquí.
Crucé puerta tras puerta de despachos semi-vacíos procurando no hacer demasiado ruido. Llegué hasta el despacho que daba a la recepción de la planta. Menudo pájaro. Agotado, sudoroso, se agarraba a una ridícula carpeta que parecía la de los niños de primaria del colegio de mis hijos. Casi la usaba para airearse un poco, pero al poco paraba como para mostrarle respeto. Imposible. No habían desmontado la unidad y destinado a todos sus integrantes a las tareas más banales y estúpidas para que tuviéramos que conformarnos con atender a un tipo así. Ya lo sé: nadie lleva gabardinas con el cuello subido en verano. Nadie lleva chaquetas bajo las cuales se adivinan bultos sospechosos. No aquí ni ahora.
-Concha, por favor - dije tras regresar a mi despacho, casi pisando huevos - dele cualquier impreso que tengamos y que lo rellene con el motivo de su denuncia. Hágale ver que estamos muy interesados, pídale varias veces que ponga cualquier dato que nos sirva para contactarle. Téngalo un rato, dele muchas veces las gracias y consiga que se largue.