Este verano tuve la ocasión de disfrutar de un pueblo de los que cada vez quedan menos en nuestro país, descentralizado, como dirían muchos, en el olvido del asfalto y la civilización del edificio. Me comentaban los lugareños que sus hijos se marchaban a otros lugares ya que no quieren trabajar en el campo, ya que es un trabajo poco agradecido, simplemente no da para vivir y requiere de mucho esfuerzo. Actualmente estos pueblos se han convertido en lugar de veraneo de hijos y nietos que retornan a pasar el verano con sus padres y abuelos.
Una de las tardes que disfrutaba de un paseo por los alrededores, me sorprendió y me hizo refexionar al mismo tiempo sobre la naturaleza social del ser humano, recuerden que somos seres sociales por naturaleza y esto viene marcado en nuestra distribución funcional neuronal, por ejemplo con el papel especializado que realizan las neuronas espejo en la función relacional entre otras. También lo podemos observar esta necisidad social en la universalidad de las expresiones faciales, estudiadas por Paul Ekman.
Pero ustedes se preguntarán para que tanto rodeo y explicación, pues como comentaba, observé en el pueblo la existencia, para mi asombro, de los antiguos mentideros, ya casi extintos en nuestras ciudades, aquellos lugares de cita obligatoria en las tarde de primavera y estio donde se hablaba de todo lo divino y lo humano, se especulaba, fabulaba y en suma, se comentaba, más por no callar, que por otra cuestión sobre el pueblo, sus gentes y los gobernantes.
Si observamos, hoy hemos perdido esa relación humana, que nos permitía relacionarnos directamente con los demás. ¿Dónde están los mentideros de nuestra ciudad?.Principalmente, los hemos cambiado por plazas de barrio donde los más pequeños corren y los más jóvenes consumen nicotina y alguna droga ilegal a escondidas de sus progenitores.
Ante esta observación pensé en que los humanos necesitabamos con urgencia mentideros virtuales donde poder compartir, debatir y hasta reir con otras personas. Me dije que si la 2.0 no existiera tendríamos que inventarla: Facebook, twitter, tuenti y tantas otros mentideros virtuales que nos ayudan a paliar la necesidad humana de relacionarnos, que nos genera dosis de felicidad, es decir necesitamos y debemos relacionarnos con los demás y ya lo hacemos, pero ¿bajo que costes?.
Principalmente los costes serían esenciales, principalmente el contacto humano, la presencia de otro ser humano nos llena de vida, nos ayuda a sobrevivir. En estudios realizados con bebés privados del contacto materno se observó como enfermaban y maduraban con mayor lentitud que los que no lo habían sido.
Como dice Eduardo Punset en su último libro "Viaje al Poder de la Mente", pertenecemos a la manada, ella en si nos define, eso sí diferentes, no como autómatas, pero en cierto grado somos miembros de la herencia cultural y social de nuestro tiempo.
Por otra parte, perdemos el poder de la comunicación no verbal, Bendito poder, estamos preparados para responder a los demás genéticamente, para adaptarnos a sus necesidades personales a nivel cerebral, y nuestra cara expresa multitud de emociones, gestos heredados que fomentan y potencian la relación personal. En el estudio de las expresiones faciales, Paul Ekman ha demostrado la universalidad de múltiples expresiones heredadas, entre ella encontramos los mismos significados de la sonrisa, la ira, la tristeza, la alegría, expresiones que potencian la respuesta de una relación.
Sin embargo en estos mentideros virtuales, que uso y disfruto, (pero practico en mi vida la relación persona a persona como elemento potencial de felicidad) pues en estos mentideros virtuales como dije antes se potencia la relación a través de fotos en el Facebook, Tuenti, etc donde siempre estamos sonrientes, y yo me pregunto, es que no tenemos problemas nunca, o no pones fotos, o simplemente la foto (como sucede con la mía es una estándar que tengo para todo) es que siempre estoy igual, parece hasta ridículo si lo pensamos bien, es una relación impersonal. Pero incluso el teléfono es un elemento que aporta algo de emotividad a la comunicación, ya que recibimos el tono de la voz que nos deja ver el tipo de emoción que tenemos en cada momento. Si nuestro cerebro está preparado para una comunicación no solo efectiva, sino más bien afectiva prioritariamente, el sistema límbico juega un papel fundamental en las mismas, así como la especialización de las neuronas espejo, algo estamos haciendo mal en nuestro día a día, cuando tenemos 2000 amigos en Facebook y no sabemos como se llama el vecino del quinto.
Jose J. RiveroPsicologoExperto en formaciónTerapeuta familiar Cof 2000.
**Imagen tomada de http://blog.fotocommunity.net/es/2007/04/hola_estimados_companeros_y_mi.html