A toda esta relación de ineficiencias se une, que las organizaciones estamos atravesando la peor coyuntura económica y social en decenios. Y como comentaba hace unos días con un compañero de trabajo, en las sesiones que impartimos en escuelas de negocio, universidades o en empresas, uno de los comentarios más comunes es la sensación de falta de información clara y concisa que reciben los profesionales, unido a los ya habituales de “lo mal que está todo”.Como es obvio, la consecuencia es que las plantillas están desorientadas, nerviosas, desanimadas, y ante todo paralizadas por el miedo. Todo está “contaminado” por lo mismo.Se puede decir que poco o nada se puede hacer, que la situación es la que es y es muy difícil de cambiar. Sería como “tapar el sol con un dedo” intentar ignorar esta situación.Pero creo que en materia de comunicación sí teníamos mucho terreno que recorrer, ahora es el momento de avanzar rápidamente, y desde Recursos Humanos aprovechar esta oportunidad para hacernos responsables de comunicación en las organizaciones sí todavía no lo éramos.
Nuestro papel debería ser, en colaboración con los otros departamentos, centralizar, homogeneizar y sobre todo clarificar la comunicación y la información para paliar o evitar la incertidumbre y la desinformación con todo lo que lleva acarreado.Es urgente informar con regularidad y de forma sincera de la situación de nuestras compañías, de los objetivos que se pretenden, del horizonte amenazante o no, que nos espera. Es hora de asegurarnos de que la información le llega a todo el mundo en la medida que le compete, de desatascar embudos que obstaculizan y de tratar a los profesionales como son, es decir, personas maduras.