La conciencia humana se basa en la idea de poder proyectar modelos aplicables hacia un futuro próximo. Todas las acciones y procesos de la conciencia pasan por esta proyección hacia el futuro. La simplicidad de un simple chiste se sujeta en la capacidad de imaginar el futuro y llegar a una conclusión final disparatada a cómo la hemos proyectado en nuestra mente como patrón de futuro. No hay conciencia humana sin proyección de futuro, y esa es la diferencia entre aquellos animales que también tienen conciencia de su propia existencia (chimpancés, delfines de nariz de botella, bonobos, elefantes, orcas, gorilas, urraca europea, orangután). Estamos pensando siempre en el futuro aunque no lo parezca, y así expresiones como "vive el presente" o conceptos como "el carpe diem" o tópicos sobre "el pasar del tiempo" o "sobre la vejez", etc, simplemente recogen esa idea de proyección futurible de la conciencia y replantean el hecho de que pensar en clave de futuro nos hace sobrevivir de una forma más eficiente pero no nos hace más felices. De ahí que a muchos les parezca que la única forma de ser feliz es conociendo y adiestrando a nuestro cerebro, quien manda en la sombra sobre la conciencia. Pero eso sería subestimar al mismísimo cerebro y al propio concepto de felicidad , que sin duda es infinito en el tiempo al igual que finito.