Ante tanta complejidad e incertidumbre como las que rodean a la familia empresaria, la confianza se considera fundamental para su supervivencia. La confianza representa la creencia en que las personas que se relacionan entre sí harán enormes esfuerzos para mantener sus compromisos y no se aprovecharán de estos intercambios o relaciones.
La confianza así entendida se puede basar en los afectos y/o en el conocimiento del otro y se construye, se mantiene, se potencia, se destruye y se puede reconstruir. La confianza facilita la cooperación y la hace posible; promueve la red de relaciones; reduce la conflictividad dañina; reduce los costes de transacción y facilita el funcionamiento de la familia empresaria además de ayudar a resolver de modo eficaz las crisis.
La confianza no es un comportamiento sino el resultado de un determinado comportamiento. La confianza surge cuando dos personas interactúan en un escenario incierto y nuevo. La confianza y la desconfianza pueden coexistir en las relaciones interpersonales según que contexto y según que tipo de relación: Por eso la confianza es un concepto multifacético.
La confianza se fundamenta en bases diferentes. La confianza se basa en un cálculo económico; es decir, en el miedo a las consecuencias de una ruptura y asociada a los beneficios de mantenerla. Las relaciones empiezan sobre la base del cálculo de riesgos y beneficios de una relación dependiente.
La confianza también se fundamenta en el conocimiento del otro, pues el conocimiento y la información del otro hacen predecible su posible comportamiento en cuanto a su integridad y competencia. Los comportamientos son predecibles y el conocimiento emerge de una interacción que se repite donde no hay fallos ni traición.
La confianza se fundamenta también en la identificación; es decir, en que las partes entienden los deseos y querencias del otro y se alinean esos deseos en busca de idéntico fin; es decir el uno piensa y siente como el otro, porque comparten normas y valores. Este tipo de confianza, basada en el afecto, se crea cuando las partes aprenden quien es el otro y comienzan a identificar sus preferencias, prioridades y necesidades.
La confianza, por tanto, se forma, se implementa y evoluciona. La fase de formación se basa en el cálculo de riesgos; el desarrollo y fortalecimiento se basa en el conocimiento y en la predictibilidad del otro. La confianza se consolida cuando se comparten normas y valores. La confianza es multidimensional con aspectos afectivos y cognitivos y debe ser alimentada; la confianza es dinámica y evoluciona; la confianza es cíclica pues se debilita y refuerza con coexistencia de dosis de desconfianza, aun en relaciones afectivas.
En la familia empresaria la confianza es interpersonal y se basa en la familiaridad, comunalidad de historia y de período vital vivido conjuntamente. Esta comunalidad refuerza las bases afectivas y cognitivas de la confianza. La confianza existe en el seno de la familia porque la familia es un factor de comunalidad. La historia, la identidad, las realidades, las experiencias y los rituales compartidos son fundamento de esa confianza interpersonal.
En la familia empresaria la confianza actúa como un mecanismo que reduce la ansiedad, pero puede terminar siendo una confianza ciega, lo que hace a este mecanismo disfuncional, lo que conduce al consenso y a la complacencia ante las decisiones del familiar gestor. Por eso la confianza interpersonal debe fundamentarse en la competencia además de en el afecto.
En la familia empresaria para mantener la confianza se hace necesario crear la confianza en el sistema familia-empresa. Cada familiar tiene que depositar la confianza en el sistema y en los procesos que gobiernan el sistema. Si hay confianza en el sistema esa confianza fortalece tanto a los familiares activos como a los durmientos, a los empleados y a los proveedores. La empresa familiar no puede crecer si los familiares no tienen confianza en el sistema, que gobierna los intercambios interpersonales. Por tanto, la familia empresaria precisa de tradiciones y de reglas que sean transparentes, pues la transparencia es fundamental para creer en el sistema, lo que no significa apertura total pero sí que la información, que se de, sea verídica y verificable. Dentro de la familia empresaria una regulación clara y transparente puede clarificar funciones, responsabilidades y expectativas lo que fortalecerá la confianza en el sistema. Las expectativas son mecanismos de entrada, reglas de compensación y relevo generacional y deben ser tratadas antes de que se transformen en emociones. Cuando hay reglas claras se reduce la ambigüedad y se manejan las expectativas lo que fortalece la confianza en el sistema; es decir, lo que es importante como individuo y como familia. Si hay un sistema de compensación transparente así como una clara política de promoción surgirán oportunidades para confiar en el sistema, pues la ambigüedad es fuente de conflicto.
No habrá confianza en el sistema si no hay comunicación. La existencia de una fuerte estructura de comunicación formalizada es crítica para desarrollar el entendimiento y revitalizar la identidad como familia y la confianza interpersonal.
Autor Doctor José Javier Rodríguez Alcaide