por John Laroche.
Yo no soy de Barcelona. Allí de donde yo vengo, hay ‘poca oferta’ de conciertos. Vengo del desierto, traigo mucha arena.
Por eso me gusta vivir aquí. En ocasiones tengo que elegir entre varios conciertos simultáneos a los que me gustaría ir. Qué cosas. El mundo está mal repartido.
Tal vez aquí la ‘demanda’ es inferior a la oferta. Idea aventurada, sería absurdo… pero podría explicar el aparente desinterés de la gente por la música en particular, y por las artes en general. Seamos optimistas, pero optimistas ‘con el mazo dando’. Reconozco coincidir con la tropa de malnacidos supérfluos que ‘nos gobiernan’, en este punto. Hay que ofrecer alternativa.
Entonces, y seguramente estando ya en un punto de inflexión de la historia que creemos conocer, y haciendo uso de toda la libertad de acción que podemos disfrutar,vamos a conciertos de música. En este caso, al Aloud MusicFest 2014.
Mi principal motivación era ir a ver a un grupo en particular. Una tarde de recados, pasé al lado de un kiosko, y un poco casi por nostalgia me compré una revista de rocanrol. Siendo más mozo, en la era pre-internet, las revistas y el contrabando de casetes y cedeses era el único alimento musical que llegaba al desierto.
Ojeando páginas pasé un poco por encima de una entrevista a un grupo que no conocía: Jardín de la Croix. Nada de lo publicado en la revista sobre ellos -fotos tipo ‘promo’ y entrevista tipo ‘ola k ase’- capturó mi atención especialmente.
Poco después, me los cruzo en el internet, con la facilidad de buscar o simplemente reproducir su música. Ahora sí me llamó la atención una cosa: la portada de su disco 187 steps to cross the universe. En ella aparece la bobina de Tesla. Entonces, le doy al play y me doy cuenta que he descubierto algo. ¡Eureka!
Yo me las doy de tener un paladar bastante exquisito, y por consiguiente no me pasa todos los días que escuche, lea, o vea algo y me enamore instantáneamente. ¡Pero qué satisfacción cuando esto pasa! Cuando se te pone la piel de pollo, el espíritu crítico se va a la mierda. Y venían a la ciudad, cita obligada. Diversión asegurada.
Finalmente, mis posibles acompañantes al evento tuvieron mejores planes, pero yo no. Con la mayor libertad de acción que da ir sólo a un concierto, llego justo a tiempo.
Desde mi filosofía de ‘menos es más’, no te lo pierdas, me convertí en fan instantáneo y sabía que iba a ser espectacular. Cada grupo es uno o más estados de ánimo, y el mío era un estado de ánimo bastante exuberante. Entonces, dame café, que quiero café. Perfecto.
Vinieron y arrasaron. No les alcanzas, te desafían, te dan un poco de carrerilla y al segundo te abruman. Qué pasada de tíos, qué manera de tocar música! Sobrecogedores!
En serio, no perderse una oportunidad de verlos en vivo. Virtuosismo que no se ve cada día, individual y en conjunto. Euforia y mariposas pirotécnicas. No son para todo el mundo, palabra. Lo que es seguro, es que cada vez serán de más gente.