La Conjura de los Necios no es una novela

Por Jaumep

     Por circunstanciasfamiliares, el pasado sábado 2 de julio paseaba, a mediodía, por el centro deRotterdam, haciendo tiempo para ir a una boda. Como apasionado de laarquitectura que soy terminé atraído por el NAI (Netherlands ArchitectureInstitute, el Instituto de Arquitectura Holandés, vaya) un edificio bastanteespantoso que Jo Coenen construyó hará dieciocho o diecinueve años, y que ahoraha reformado y reinaugurado hará unos dos meses. Adyacente a él hay todo unpequeño barrio de pequeñas villas unifamiliares de lujo. Todas son de calidadexcepcional. La más conocida de todas es la villa Chabot, del arquitecto G.W.Baas, antiguo trabajador de la firma Brinkman & van der Vlugt, que firmóbuena parte de las villas del resto del barrio. Algunas otras pertenecen allápiz de Gerrit Rietveld.   Me setí atraídopor la austeridad, por la cierta dureza exterior de la casa van der Leew, queno conocía en absoluto, y decidí visitarla antes que la Chabot. Una vez dentrola encontré rehabilitada arqueológicamente, con pavimentos, colores de paredes,mobiliario, instalaciones originales. La casa estaba intacta, tan intacta queuno se llega a plantear si no está demasiado metido en la intimidad de lafamilia van der Leew: no visitas una casa; visitas la casa tal cual estabamientras sus habitantes la ocupaban. Excepcionalmente extraño en los tiemposque corren, donde las viviendas unifamiliares que se visitan acaban convertidasen lumpenmuseos esclerotizados, medio muertos, parodias de lo que las casaseran cuando estaban funcionando.    Entusiasmado, mepuse a hablar con los guías que había en la recepción. Me autorizaron a hacerlas fotos que veréis en el siguiente artículo, muy amablemente, aconsejándomeque dejase los bultos en la consigna, y me explicaron que no me cobrarían nadapor visitar eso: “¿Tú crees que podemos cobrar por dejar visitar estamaravilla? No sería justo.”   La casa estágestionada, directamente, por el NAU. Éste la deja visitar gratis, la mantene,la explica y organiza pequeños eventos dentro, porque no se conforma con quelos visitantes vayan una vez: quieren regularidad. Esto choca en los museosholandeses; no son artefactos para guiris. Primero, ellos. Luego, quien quieravenir será bien recibido. Literalmente. Un ejemplo tonto: la entrada paravisitar el Kunsthal vale 10 euros. Esto hará algo menos detres euros y medio por exposición, lo que noes un mal precio. El abono anual valdrá unos sesenta. El precio por exposicióntemporal ha bajado unos sesenta céntimos. Y sólo tiene sentido que lo compre unhabitante de Rotterdam. Así de mimados están. Más teniendo en cuenta que buenaparte de las exposiciones requiere más de un día: realmente está bien deprecio.    El NAI, ni esto:allí dentro todo es gratis, excetio, obviamente, la compra de libros. Es gratisel acceso a las exposiciones permanentes, a las temporales, al archivo, a labiblioteca. Es gratis ir a tomar café al bar del lugar (una pieza, para variar,muy bien diseñada). Es decir: el acceso a la arquitectura de todo un país esgratuito. Y no sólo eso: buscan visitantes. El lugar está abierto, es céntricoy es, a pesar de la calidad justita del edificio, agradable de visitar,emplazado en uno de los extremos del MuseumPark.   La formación delNAI tuvo un tema muy delicado que tiene que ver con el equilibrio territorialholandés. Holanda debe de ser el país del mundo que mejor funciona en red. DeAmsterdam a Rotterdam hay poco más de una hora en tren, y en tren rápidotodavía menos. A medio camino, la Haya, la capital. ¿Dónde situar el instituto?¿En la capital del país? ¿En Amsterdam, la ciudad históricamente másimportante? ¿En Rotterdam, ciudad donde está el estudio de arquitectura másprestigioso del mundo, que, además, ha hecho de cantera y llenado la ciudad desatélites interesantísimos? La lucha fue bastante bestia, y, al final, seimpuso Rotterdam. Decisión racional: ya he explicado que no licitaron un museo,sino un campus entero. Y, encima, emplazado a muy pocos metros de algunosedificios excepcionales a preservar, o incluso a reconstruir: el café Unie, dePieter Oud, está a cinco minutos a pie, por ejemplo. Y, encima, emplazado apocos metros de buena parte del mejor patrimonio contemporáneo de laarquitectura no ya holandesa, sino mundoal.    Una vez tomada ladecisión ya no se dudó: el edificio es, ahora, una apuesta de gestiónexcepcional. Los archivos se han unificado, a nivel nacional, las exposiciones,etcétera. Y más: el museo es una arma política de primera magnitud. El pasadose usa para vender el presente. Toda la arquitectura del país está presente.Des de la baja edad media hasta la más rabiosa actualidad. El racionalismo, derStijl, el historicismo socialista decimonónico: todo. Patrimonio, modelo degestión, presentación de modelos urbanísticos, barrios, edificios de todasmedidas, diseño industrial. No se dejan nada. Así les va.
   Vamos al panoramacatalán, o al español: me da igual. Aquí no tenemos nada. La situación esvergonzosa. Patéticamente vergonzosa. Es indudable que sólo en Cataluñapodríamos hacer tres museos de la arquitectura. No digamos en España. Las dostierras han dado arquitectos excepcionales. Es cierto que hay lagunas: nuestracultura es así. Apenas hay oficinas de arquitectura potentes, y éstas son muyrecientes. Aquí no hemos pasado nunca de los artesanos esforzados. Nuestraindustria de la construcción siempre ha sido artesanal, y hay pocas industriascon tradición y peso específico. Tanto los técnicos como los constructoresestán acostumbrados a improvisar, a trabajar en condiciones que a veces llegana ser cutres. Los planes urbanísticos no se siguen, siempre se quedan a medias.   Y, aun así,excelimos en todo: la palabra urbanismo se pronunció antes en catalán que encualquier otro idioma. Tenemos a Gaudí, a Coderch, a Miralles. Tenemos villasolímpicas y mil cosas más. España, lo mismo: de Juan de Villanueva a JavierBellosillo. De Churriguera a Moneo. Secundino Zuazo, Arturo Soria, urbanistasremarcables. Y un etcétera incabable.    No hay museo de laarquitectura catalana. No hay museo de la arquitectura español. No tenemosedificio, ni lugar definido.    Sé que ha habidoconversaciones, proyectos, gestiones a alto nivel. Pero también sé que cada díaque pasamos sin museo es un día más de vergüenza. Y una oportunidad perdida. Enfin: habrá mil excusas, pero la situación canta.       El COAC, quizá la asociaciónde arquitectos más antigua de la península, tiene alguna cosa parecida a unarchivo importante. Mal gestionado, peor organizado. Opaco. Complicado devisitar y de consultar. Problemas de dinero, lo sé: la crisis en el sector delos arquitectos no es ninguna broma. A veces, con puntos irracionales: unejemplo de ello sería el archivo Català-Roca, con un fondo de arquitectura deimportancia excepcional, único. Pero ¿qué pinta un archivo de fotografía en el COAC?¿Qué pinta el archivo Català-Roca separado del archivo Miserachs, del archivoColom, del archivo Centelles? Pasa con esto lo mismo que con los otrosarchivos: descohesionado, inconexo, gestionado a parte del resto. Reinos detaifas. Cada uno a su bola. Y no dido de las buenas intenciones de susgestores. Que, es más me consta que hacen lo que buenamente pueden.    Pero es más de lomismo: ¿Cómo queremos juntar archivos si contribuimos a separar los de lasotras disciplinas? Todos están cargados de razón. Todos tienen buenasintenciones. Pero el resultado es el que es: no hay archivos unificados. No hayLA biblioteca de arquitectura española, o catalana. No hay museo. Ni aquí niallí.    Mientras tanto,aquí el racionalismo no cuenta. Las casas están en manos privadas. Edificiosrenacentistas importantes están materialmente cayéndose (pienso en la iglesiade Sant Jaume d’Ulldemolins, por ejemplo) Se han derribado, incluso,intervenciones de Miralles. Han desgradiado la fábrica Myrurgia para siemre.Etcétera etcétera.
   Ningún arquitectoholandés podrá hacer lo que hice yo: enamorarse de una vivienda racionalista alazar y visitarla. Y al revés: ellos podrán presentar un curriculum de país,organizado, serio, transversal. ¿Y venderse? ¿Aquí? Cada uno a su bola. Cadaarquitecto buscándose la vida como puede. Y amén.    Anda, sigamos así.Y hagamos apuestas sobre cuando se pondrán de acuerdo. Y sobre cuántopatrimonio perderemos por el camino…