La conquête es una biopic centrada en la figura de Nicolas Sarkozy, en concreto en los años que van desde su elección como ministro del interior en Francia hasta su elección como presidente de la república. Una historia de ambición y de la búsqueda de el poder, que él mismo dice que forma parte de su naturaleza.
Pero el protagonista es solo la excusa que usa Xavier Durringer, director y guionista, para hacer una sátira crítica del mundo político, sus dobles juegos y los compañeros de cama por necesidad. Una lectura que recuerda mucho a la que hizo Armando Iannucci en la británica "In the loop". Y es que a ninguno de los personajes les importan los ciudadanos, más que como posible fuente de votos y figurantes en las fotos de campaña.
Hay que resaltar el gran número de primeros planos que hay en la película, algo que llama la atención al público observador y que no despertará el interés más allá para otros tantos. Esta elección ayuda a centrarnos en las miradas, expresiones y gestos de los mandatarios, más que en sus palabras y es que (igual que en la vida real) una cosa es lo que dicen y otra muy distinta lo que realmente quieren decir. Esto es algo que el director parece tener claro, y no hay una forma mejor de hacerlo llegar hasta los que estamos viendo su trabajo que la que ha elegido.
Llevada de forma ágil y sin dar descanso al espectador, con unos diálogos ácidos y una muy buena labor de casting en que los actores son realmente parecidos a los personajes reales que interpretan. Una comedia que nunca veremos con nuestros gobernantes, pero que al menos podemos disfrutar viniendo desde otro país.
El término de las casi dos horas que dura saldremos con un buen sabor de boca, habiéndonos carcajeado y probablemente reflexionando sobre las verdaderas intenciones que tienen aquellos que nos gobiernan.