'La conspiración': Guerra en los tribunales y en los corazones

Publicado el 03 diciembre 2011 por La Mirada De Ulises

[7/10]  

La Guerra Civil americana ha terminado y una Constitución trata de afianzar lo que serán los Estados Unidos. Sin embargo, algunos sureños se resisten a aceptar la derrota y asesinan al presidente Lincoln. Pronto, en 1865, se forma un tribunal militar para juzgar a los ocho civiles detenidos, entre los que se incluye la dueña de la posada en que se reunían los conspiradores. En el juicio, Mary Surratt guarda silencio para proteger a su hijo John que ha huido, mientras su abogado el capitán Frederick Aiken, héroe de guerra unionista, trata de que se haga justicia y se conozca la verdad. Esta es la historia destapada por Robert Redford en “La conspiración”, título que alude ambiguamente a la urdida por esos rebeldes asesinos y también a la que se forja en el seno del poder constituido, con todo tipo de injerencias políticas y manipulaciones judiciales.

El cine de género le sirve a Redford para cuestionar los cimientos del país de la democracia por excelencia, cuando la separación de poderes y de ámbitos dejaba al ciudadano indefenso ante los intereses particulares. Son los orígenes del Estado de Derecho, y todo está por hacer en un tiempo en que la represalia y la venganza se confunden con la búsqueda de estabilidad a cualquier precio y cuando la paz social es aún endeble. A la guerra en el campo de batalla se suma otra que se libra en los tribunales y en el corazón de vencedores y vencidos. A esa toma de conciencia de la justicia apela el director, y también la propia Mary ante un joven abogado que comienza receloso ante una causa en la que no cree y que poco a poco va evolucionando hacia el compromiso con la verdad.

De alguna manera, las atinadas interpretaciones de James McAvoy y Robin Wright permiten que se establezca una comunión convincente entre sus personajes, que al principio se miran y no se encuentran -Mary le recrimina a Fred que su mirada la juzga culpable sin conocerla- pero que terminan por sentir la misma fe en las causas justas. A su lado, a Tom Wilkinson le bastan unos instantes para dejar su sello de calidad entre la dignidad y displicencia de su personaje. Por otra parte, la buena reconstrucción de época encuentra en la fotografía su gran aliado para reflejar la incertidumbre del camino democrático que apenas se vislumbra entre nieblas, o para dudar de ese juicio rápido, implacable y apasionado con una sobre-exposición de luz que parece envolver a los personajes y hacerlos irreales.

Además, la concisión narrativa -sobre todo en su comienzo-, los diálogos precisos que todo juicio exige y la cuidada planificación son notas de un clasicismo cinematográfico que, no obstante, resulta en ocasiones algo previsible en su desarrollo y plano en su realización. Por eso, su excesivo academicismo y corrección restan vida a este drama político que nos cuenta con la palabra una conspiración judicial mientras la imagen se reserva -a partir de reiterados flash back- para reconstruir la que se terminó en el magnicidio. La historia está bien contada y se sigue con el interés de no perder detalle del juicio, siendo lo mejor la relación que se establece entre ese abogado que perdió su fe en la justicia humana y esa mujer que murió confiando en la justicia divina… porque en la tierra no le reconocieron su verdad de madre.

Por ellos y por su causa merece la pena ver esta película que es como las de antes, y asistir a esta farsa jurídico-militar, a esta defensa del hijo desde el silencio de la madre, a este alegato de un hombre honrado que mereció el favor de la historia y de la profesión. Con todo, Redford nos da una clase de la historia constitucional de los Estados Unidos, y también apunta a una guerra en los tribunales que es reflejo de otra que se vive en unos corazones heridos y que precisa de una cabeza de turco que traiga la paz social.

Calificación: 7/10

 

En las imágenes: Fotogramas de “La conspiración”, película distribuida en España por DeAPlaneta © 2011 The American Film Company, Roadside Attractions, Wildwood Enterprises. Todos los derechos reservados.