La Constitución Española es el retrato de Dorian Grey

Publicado el 19 noviembre 2013 por Icaro @ateneo

El retrato de Dorian Gray, la Constitución española, es la crónica de una corrupción que termina aniquilando el objeto que se quiere exaltar.

La Constitución es el fiel retrato, nunca mejor dicho, del personaje novelesco de Dorian Gray.

Un joven aristócrata treintañero muy atractivo que, después de haber sufrido la violencia de un padre opresor y pasado una solitaria adolescencia, abandona el campo para irse a la gran ciudad.  Sin transición alguna, de la noche a la mañana su vida cambia radicalmente, de llevar una existencia retraída, casta y algo pueril; conoce la vida nocturna y el consumo desenfrenado. El joven,  queda fascinado por un estilo de vida decadente y amoral y aunque mantiene algunos debates internos para luchar contra la educación recibida  no lo consigue pues su castidad era la  pura y autentica amoralidad.

Huyendo hacía delante, se obsesiona por alcanzar la eterna juventud y lo impulsa a hacer un pacto diabólico: él se mantendrá siempre joven, pero las huellas del paso del tiempo y de sus terribles delitos, esto es, su degradación física y moral se reflejarán en un retrato que le ha hecho un amigo.

España está podrida,  fruto del pacto diabólico que se hizo en su día  y por el pertinaz interés de aquellos que quieren preservar virgen a la Sagrada Constitución Española. Una constitución que tras treinta años y a caballo entre dos siglos, en plena revolución digital no se ha ultrajado más que para dejar atado y bien atado el pago de intereses a los usureros.

Se pretende hacer de la Constitución algo incorrupto como si fuera una suerte de relicario, al más puro estilo morboso y retrogrado de la mano incorrupta de Santa Teresa de Jesús. Según la Iglesia Católica, unos meses después de la muerte de la santa, se exhumaron  sus restos y se descubrió un cuerpo incorrupto y flexible, entonces, sus descubridores no tuvieron mejor idea que cortarle una mano, y entregársela a las monjas Carmelitas de Ávila.

Franco, el dictador que también presumió de haber dado a España cuarenta años de paz como ahora hacen los demócratas del PP y el PSOE cuando hablan de la Sagrada Constitución, nos cortó la mano izquierda y entregó el resto del cuerpo, que evidentemente de incorrupto y flexible no tenía nada,  a la iglesía católica y resto de caciques.

Hoy, en España la peste recorre sus calles. Se debe deshacer el pacto diabólico y al igual que ocurre en la novela de Oscar Wilde: la corrupción debe morir.  Para ello es necesario reformar a la Santa Constitución de arriba a abajo.