Se otorgan masas de dinero y privilegios a partidos políticos y autonomías, violando así el mandato constitucional de la igualdad entre españoles; se compran votos con dinero público, se compran voluntades y medios de comunicación con el dinero recaudado con los impuestos, se despilfarra, se asalta la Justicia y desde el poder ejecutivo se controlan todos los poderes del Estado, empezando por el vital Tribunal Constitucional, puesto en manos de izquierdistas fanatizados y más obedientes y leales a los intereses de sus partidos que a la Carta Magna.
¿Por qué el Rey, como garante del orden, no frena a Sánchez en sus violaciones de la Constitución y sus traiciones a España? ¿Por qué las Fuerzas Armadas no aplican el artículo 8 de la Constitución, que le obliga a intervenir en defensa de la Constitución? ¿Complicidad o cobardía?
La situación real de la Constitución Española no es para celebrarla, sino para ingresarla en la UCI.
Miquel Roca, uno de los padres de la Constitución que siguen vivos, acaba de recordar que el texto fue aprobado por el 90 por ciento de los españoles, lo que induce a que sea respetado, y advirtió que un Constitución, si no existe voluntad política de aplicarla, no es nada.
Si algo está claro en la España actual es que el gobierno, aliado para gobernar con partidos que odian la Constitución y España, no tiene el menor aprecio a la Corta Magna, a la que intenta reinterpretar de manera interesada y truculenta, afirmando que permite sus tropelías y abusos, como el de haber indultado a delincuentes, haber cambiado poder por privilegios, haber eliminado delitos que defendía la limpieza democrática y estar preparando una amnistía que viola claramente las leyes vigentes, sin otro motivo que mantenerse en el poder.
Aliado con partidos separatistas y golpistas que quieren destrozar España, el PSOE de Sánchez se ha contagiado de bajeza y puede ser considerado hoy un partido claramente anticonstitucional y enemigo del sistema vigente, es decir, de la democracia.
Francisco Rubiales