El jueves 30 de diciembre de 1999 fue publicada la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela en Gaceta Oficial número 36860, cuyo texto fue el producto de una violación masiva y continuada de la carta magna que se mantuvo vigente por 40 años desde 1961. Hugo Chávez impuso su propósito de apoderarse de todas las estructuras del Estado materializando así, bajo apariencia legal, el asalto que le fracasó en aquel fatídico 4 de febrero; sin embargo, en las actuales circunstancias esas reglas ahora le estorban a Maduro en la medida en que su desastroso régimen se ha venido reduciendo a una camarilla depredadora solicitada por la policía antinarcóticos. Al ganarse la repulsa del pueblo que sufre y muere de necesidad, él siente urgencia de librarse de las ataduras que le significan esa Constitución de su comandante y ahora quiere la suya propia.Nicolás Maduro, cercado por la resistencia popular y por la presión internacional que le reclama un proceso electoral libre y democrático para renovar autoridades, reclamo apoyado en la propia Constitución de Chávez, ha decidido acabar con ella de una vez por todas, pues no le basta, no le es suficiente ni cómodo seguir violándola y solo usarla para mostrar el librito azul en el discurso hipócrita ya que sus opositores le gritan y enrostran todo ese articulado que dispuso garantías para los derechos humanos, división e independencia de poderes, controles institucionales que, entre otras cosas, le exigen someter a examen el uso de los dineros públicos, así como también los contratos de interés nacional ante la Asamblea Nacional.
También le resulta molesta la proclama de soberanía e independencia del primer artículo de esa CRBV e igualmente la definición del artículo 328 sobre la Fuerza Armada profesional sin militancia política, entre otros; ya no quiere tener que enfrentarse a elecciones para renovar alcaldes, ni gobernadores, ni mucho menos presidente y, por supuesto, menos le gusta esa norma que prescribe el derecho a revocación de mandato aplicable a todo cargo de elección popular.Maduro ahora quiere otra Constitución; le ha tomado gusto a estar en Miraflores, disponer del petróleo, del oro y de todo sin rendir cuentas. Sigue la receta de Fidel Castro quien en 1959 se inauguró con una Constitución de ciertos rasgos democráticos hasta que en 1976 se dictó la propia que abiertamente declaró a Cuba como Estado socialista y que en su artículo 5 establece el régimen de partido único, el Partido Comunista Cubano y en el artículo 69 y siguientes entroniza a su "Asamblea nacional del poder popular" como el órgano legislativo ordinario que a la vez ejerce funciones constituyentes y que por tanto puede modificar a discreción a esa Constitución. Por supuesto que la elección de los diputados de dicho Parlamento es disfrazadamente a dedo.
Pero Maduro confronta un serio problema para concretar esos propósitos: uno, es que tiene en contra al país casi completo y a una poderosa confluencia de opinión internacional: otro es que Venezuela, sus dirigentes, sus ciudadanos, estamos mostrando disposición a no permitirle no solo que haga eso de trasplantarnos aquella constitución de Castro, sino que nos negamos militantemente a permitirle que siga en el poder.
Así que, señor Maduro, no va a poder complacer la exigencia de su señora esposa, Cilia Flores; ella no va a poder ser presidente de ninguna constituyente.Carlos Ramirez López - Dr Ley - @carlosramirezl3TwittearEnviar este artículo a tus seguidores
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